EUSEBIO AYALA
El horrendo crimen de una docente, muerta a puñaladas a manos de su propio esposo, quien después del hecho se quitó la vida, sacudió la tranquila compañía Isla, de la jurisdicción de Eusebio Ayala, Departamento de Cordillera, a tempranas horas del día de ayer.
Transcurrían aproximadamente las 6.00 de la mañana de este jueves, según el informe del jefe de la comisaría de Eusebio Ayala, comisario principal Carlos Alberto Peralta, cuando la profesora Blanca Elizabeth Unzaín de Troche, de 42 años, que enseña en la escuela San Blas de esta localidad, iba camino a su lugar de trabajo.
La docente llevaba de la mano a su hija de seis años de edad; ya estaba a unos 50 metros de su vivienda cuando, repentinamente, apareció su esposo, Gregorio Troche, quien había permanecido escondido tras un árbol, esperándola, a un costado del camino. El hombre tenía un puñal en la mano.
El comisario Peralta señaló que no hubo previa discusión, que Gregorio Troche, sin mediar palabras, atacó a su esposa, tirándosele encima. La pequeña hija de seis años de la pareja intentó defender a su madre interponiéndose a la furia del hombre, y fue herida en el brazo. Desde la Policía Nacional dijeron que la herida de la menor, por fortuna, no reviste gravedad.
Troche le infligió, en total, cuatro estocadas en el cuerpo a su esposa, la profesora Blanca Elizabeth, que bastaron para cercenarle la vida a la mujer.
El suicida. Por lejos, no es el primero que, luego de asesinar a su pareja, el hombre se quita la vida. Como una reiteración de historias anteriores, luego de acabar con la vida de su esposa Blanca Elizabeth el homicida Gregorio Troche corrió del sitio del homicidio y entró a un terreno cercano; ahí, completando el ritual maléfico, se dio una estocada en el corazón.
El médico forense, doctor Nelson Fernández, que inspeccionó los cadáveres, comentó que Troche se clavó en el corazón con el mismo puñal que utilizó para eliminar a su esposa. Solo que el asesino, actuando contra su propia integridad, rompió el mango del arma sin antes haber logrado su objetivo. Pero la determinación de acabar con su vida era más fuerte que el dolor autoinfligido y agarró un pedazo de madera, que usó de mazo para golpear la hoja de cuchillo hasta meterla totalmente y alcanzar el fondo de su corazón.
Así culminaba un hecho más de feminicidio atroz.
Las autoridades levantaron los cuerpos. El cadáver de la profesora Blanca Elizabeth fue entregado a sus familiares y el velatorio se realizó en la vivienda de su madre, Reineria Quiñónez de Unzaín.
Hasta la casa de doña Reineria llegaron docentes, compañeras de la víctima y alumnos de la institución para darle el último adiós.