Una reforma profunda del sistema sanitario para el acceso universal a la salud tras la pandemia. Este fue el pedido que hizo ayer entre aplausos el cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo de Asunción, durante la misa en honor la Virgen de Schoenstatt, en Tupãrenda.
Como cada 18 de octubre, los devotos de Schoenstatt celebraron el Día de la Alianza con la peregrinación. Después de dos años, tras la pandemia, miles volvieron pagar o renovar sus promesas.
En la tercera misa del día, dedicada a la Salud, el cardenal Martínez, recordó que la iglesia siempre se ocupó de los enfermos a lo largo de la historia, creando hospitales y centros asistenciales, de recuperación de adicciones. Destacó la frase: ‘‘Estuve enfermo y me visitaste”, lo que implica no solo el acto de acompañar al prójimo que está aquejado en su salud dándole un poco de nuestro tiempo. ‘‘Es un gesto de misericordia y de caridad’’.
Sin embargo, el cardenal precisó que la caridad y la solidaridad con el enfermo deben ir más allá de algunos actos esporádicos de generosidad, lo que supone y significa ‘‘una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida, que se traduzca en políticas públicas de bien común en el ámbito de la salud’’.
En este contexto, el arzobispo metropolitano enfatizó que la corrupción, pública y privada, no deja de dañar nuestra confianza y de malgastar los recursos destinados a mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, en especial de los sectores vulnerables.
‘‘Seguimos necesitando y reclamando el bien común de la salud, de la educación, del alimento, de la dignidad de toda vida, del trabajo y el ingreso justo, de la vivienda, de servicios públicos de calidad y de políticas firmes y sostenidas que afiancen la equidad y el desarrollo para todos’’.
Exhortó a los laicos que contribuyan a transformar las situaciones que oprimen al pueblo como la corrupción, la inequidad, la violencia silenciosa de la pobreza que excluye y descarta a los más débiles, niños y ancianos, indígenas y campesinos, jóvenes ‘‘sin oportunidades ni horizonte para sus vidas, familias desestructuradas, agresión al medioambiente, entre otros males que padecemos en el Paraguay’’.
El saneamiento moral de la nación es una misión a la que somos convocados como iglesia y como sociedad. Adalberto Martínez, arzobispo de Asunción.