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Este primer largometraje escrito, dirigido y protagonizado por Joseph Gordon-Levitt resulta ser un buen debut. Cae en convencionalismos en cuanto a la idea central tratada, pero lo novedoso está en la manera en que lo cuenta.
Narrada en forma de comedia, en realidad toca un drama que aqueja a algunas personas y obstaculiza su relación con otras. No solo la crudeza con que es tratado el tema nos sorprende, sino que también otros puntos, que cualquier occidental comprende perfectamente, son criticados con una agudeza que a veces incluso colinda con la pura maldad.
La pornografía es quizá una excusa para mostrar un tipo de adicción, pues puede servir como excusa para criticar la vaciedad de nuestra era. Y claro que un adicto a las películas porno es un caso muy actual, pero lo genial son los momentos en que tal crítica al género también se transpolan a otros géneros del cine como las comedias románticas o los dramas románticos. Pero no solo el cine convencional es sometido a inquisiciones, sino la figura tradicional de la familia, ciertos ritos religiosos o los valores consumistas que tanto idolatramos.
Por supuesto que la resolución del problema interpersonal es bastante conocida y no condice con los recursos narrativos que se utilizan para contar la película. Pero quizá no somos totalmente justos en relacionar el contenido con el estilo narrativo. Simplemente queremos indicar que en cuanto a la forma, o la técnica, la película está muy bien llevada; en cuanto al contenido, tiene sus momentos muy interesantes, íntimos y cómplices, pero el final puede ser desilusionante.
Scarlett Johansson está en el papel más hot de su carrera desde Match Point y Julianne Moore no desentona como la madura mujer que equilibra dentro de su desequilibrio. Gordon-Levitt no solo confirma que es un buen actor en ascenso, sino que tiene pasta de guionista y director, por lo que desde ahora hay que tenerlo muy en cuenta.
Calificación: ***1/2