“En Tivoli, el impacto de las medidas fue negativo. Era obvio, sus monumentos (Villa d’Este del siglo XVI y Villa Adriana, la residencia del emperador romano Adriano que reinó del 117 al 138 DC) están cerrados desde hace más de un mes”, lamentó el alcalde, Giuseppe Proietti. Entre las visitas turísticas obligadas tras Roma, el cierre de las dos villas, de épocas históricas tan diferentes, pero que resumen la rica historia de Italia, repercutió sobre el tejido económico de la pequeña ciudad.
“Los restaurantes y tiendas del centro histórico y que dan sobre las pequeñas plazas con sus terrazas, están todos cerrados”, explica. Lo mismo ocurre con el sector hotelero, reconoce el titular de la asociación de hospedajes de Tivoli, Pietro Conversi.
“De 19 hoteles, solo 2 están abiertos, los otros están cerrados, pero no por ley, sino porque no hay gente, no hay demanda“, dice, aclarando que se cancelaron los servicios de agua y gas de las casas para reducir los costos, intentando llegar a octubre. AFP