Manifestantes y policías se enfrentaron de nuevo este sábado en Hong Kong, por un controvertido proyecto de ley de extradición a China, pero esta vez debido también a las llamadas abuelas bailarinas, que realizan una ruidosa coreografía considerada provocadora por los residentes locales.
Desde junio han estallado en esta antigua colonia británica, devuelta bajo condiciones a soberanía china en 1997, enormes manifestaciones contra ese proyecto de ley del Gobierno local de autorizar las extradiciones a China continental.
El lunes pasado, los manifestantes más radicales entraron a la fuerza en el Parlamento de Hong Kong, desplegaron la bandera de la época colonial en el hemiciclo y pintaron grafitis contra Pekín.
La manifestación de este sábado tuvo causas más locales, y refleja el temor de los hongkoneses a que su cultura de democracia y libertad quede erosionada por una influencia cada vez mayor del Gobierno y las prácticas de Pekín.
En virtud del principio “Un país, dos sistemas“, Hong Kong puede en teoría conservar hasta 2047 su propio sistema, con su justicia independiente y libertad de expresión.
La manifestación de este sábado tenía como objetivo “recuperar” un parque en la zona de Tuen Mun, donde las abuelas bailarinas cantan canciones en mandarín, usando potentes micrófonos, en una coreografía que es muy habitual, y también controvertida, en China continental.
El idioma predominante en Hong Kong es el cantonés, y los residentes locales no han conseguido frenar esta actividad.
La voz internacional del Frente Civil de Derechos Humanos, promotor de las manifestaciones que han acaparado la atención mundial desde hace casi un mes. Bonnie Leung cree que ha llegado el momento de convertir la protesta en poder político, pese a las carencias democráticas del sistema hongkonés.
Esta consejera de distrito, de 32 años, comenzó a interesarse por la política cuando tenía 21 y la llamada Revolución de los paraguas en 2014 le llevó a implicarse activamente en los movimientos sociales.
Estamos en un periodo de reflexión y observación. Tuvimos tres marchas muy grandes, de un millón de personas, de dos millones y otra el lunes de 500.000 personas, cuando la gente tomó una aproximación diferente y entró en el Parlamento. Los manifestantes necesitan un tiempo para descansar y reflexionar sobre lo que ha pasado. Y observar también la reacción del Gobierno y de Pekín. EFE-AFP