Como es lógico, existen protestas por lo que significa la suspensión o la postergación de eventos masivos, encuentros deportivos, conciertos ya programados, funcionamiento de salas de cine y teatro, congresos internacionales, entre otras actividades cuya no realización ocasiona grandes pérdidas económicas para muchos sectores, además de la sensible reducción de operaciones comerciales, incluyendo privar de oportunidades laborales de sobrevivencia a muchos trabajadores humildes, como los vendedores ambulantes o microempresarios.
Los organismos del Estado deben atender y considerar cada uno de los reclamos y prever sistemas de apoyo a los grupos de población que se ven más afectados, pero sin dudas debe primar la convicción de que la salud pública es lo que más importa ante una situación como esta, y la arriesgada acción política asumida al imponer una especie de cuarentena a todo el país ha sido una medida prudente y necesaria para tratar de evitar un daño mayor.
Aunque existen probablemente muchos detalles que se pueden cuestionar y se deben corregir sobre la marcha, la implementación de este periodo especial impone sacrificios y por sobre todo una gran responsabilidad para cada ciudadano, buscando cooperar para que esta experiencia de amortiguación de la pandemia resulte de la mejor manera posible.
El reto principal está en manos de las autoridades, en todos los ámbitos, que deben hacer cumplir las recomendaciones sanitarias, como también deben ocuparse de controlar que no se produzcan lamentables casos de oportunismo comercial, como elevar excesivamente precios de los productos más demandados, como los medicamentos y artículos domisanitarios. Hay que exigir que cumplan su función organismos como la Secretaría de Defensa del Consumidor y el Usuario (Sedeco), cuyos voceros ayer asumieron una lamentable actitud ante el reclamo de una persona en Twitter, alegando que no podían ejercer ningún control ante la libre oferta y la demanda. En situaciones críticas, el Estado debe tener facultad para controlar los abusos.
Mantener la calma sigue siendo lo más fundamental. El coronavirus tiene alto nivel de contagio pero bajo índice de mortalidad. Cada ciudadano debe actuar con responsabilidad y espíritu solidario, adoptando las medidas preventivas y principalmente cumpliendo con los ritos de higiene recomendados. Tal como sucedió en otras ocasiones, una vez más los paraguayos sabremos superar un gran desafío histórico.