ENCARNACIÓN
“Ha sido muy difícil ingresar, para mí siempre fue un sueño y desde pequeño, siempre quise ser médico, no hay que abandonar los sueños, con fe nada es imposible”, decía Arturo Alfonso Vera, un joven de 20 años que vendiendo helados ayuda a su familia y abre camino en la vida sin dejar de lado su sueño de ser un gran médico; y ya empieza a cumplirlo, pues ingresó en el puesto número 7 entre 280 postulantes para la carrera de Medicina en Itapúa.
Su padre es olero, trabaja con ladrillos de arcilla en una fábrica ajena desde adolescente y su mamá vende ropa interior en un pequeño local de 2 por 8 en el nuevo circuito, lo hacía antes en la Zona Baja de la ciudad.
Viven en una humilde vivienda en el barrio San Pedro de Encarnación, y son muy queridos por sus vecinos; pero lejos de utilizar las circunstancias para elegir el camino fácil, Arturo se sacrifica por seguir. “Es lindo y raro lo que me está pasando, nunca pensé que una foto y dos líneas iban a provocar semejante revuelo, pero es lindo”, decía Arturo, en referencia a la viralización de su historia.
Rememora además: “Siempre quise ser doctor, desde pequeño yo ya estaba decidido a ser una persona que pueda curar enfermedades”, recuerda Arturo.
Sí, se puede. Además de la admiración de mucha gente, Vera recibió el reconocimiento de la Municipalidad y un regalo por su logro; y por supuesto se convierte en inspiración para los jóvenes que sueñan con acceder a una carrera universitaria.
“Al tomar conocimiento de tu ejemplo, decidimos reconocer tu esfuerzo, el ‘sí, se puede’, tu decisión que llega a ser una conquista nace de un sueño y eso merece respeto. Esto es una realidad y muchos han de tomar este ejemplo como una inspiración de vida. Te vuelvo a felicitar por representar la figura del sí se puede”, resaltaba Luis Yd. Con una enorme sonrisa Arturo abandonó el lugar cargando en sus brazos una computadora, elemento que él jamás podría haber adquirido. “Salí creo que en todos los medios ya, hasta de Barcelona hubo gente que me ha escrito, todo es muy lindo, pero hay que seguir estudiando y resta aún un largo camino por recorrer”.
Helados. Los helados los fábrica él mismo y los vende, unos 120 por día que entran en su conservadora de tergopol, en el circuito comercial encarnaceno.
Ahora todos se sacan fotos con él y vende más helados que antes, según cuenta con una sonrisa cálida, su principal característica.