La fecha 23 de enero de 2019 –23E – marca un hito inolvidable en la historia de Venezuela, en la que más de un millón de personas ganaron las calles de Caracas, y de muchos miles de ciudadanos que se expresaron en por lo menos 60 ciudades, gritando libertad y el cese de un régimen dictatorial. Es cierto que desde hace muchos años, quizás en cantidades inferiores, lo vienen haciendo, pero en esta oportunidad tuvieron una dirección que los guiaba hacia el juramento del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como titular interino del Poder Ejecutivo, para encaminar un periodo de transición hacia la celebración de elecciones libres, limpias y creíbles que son los mismos términos manifestados a Guaidó, por la Alta Comisionada de la Unión Europea encargada de las Relaciones Internacionales del Bloque Federica Moreghini.
La situación inédita en esta larga y grave crisis es la coexistencia de dos presidentes, que a corto o mediano plazo debe desencadenar una definición que, de algún modo, obligue a las partes en conflicto a encontrar un mecanismo de salida. Guaidó está fuerte con el reconocimiento a su liderazgo de la mayoría de los países democráticos y organismos que integran la comunidad internacional. Lo grave para sus objetivos es que hasta el momento no recibió el apoyo, aunque sea parcial, de las fuerzas armadas, por el contrario, los altos mandos militares encabezados por el Gral. Padrino López manifestaron su lealtad a Maduro y tacharon de golpista a Guaidó.
Maduro, al romper relaciones con los Estados Unidos y emplazar al personal diplomático y consular a que abandonen Venezuela en 72 horas, quedó expuesto a dos situaciones que en ningún caso le favorecen. Si no cumple el plazo, puede resquebrajar el apoyo militar y político que lo sostiene, y si lo ejecuta, puede aumentar la escalada del conflicto con la potencia hegemónica, con las consecuencias que ello supone. No se debe olvidar que se rompieron las relaciones diplomáticas, pero esto no afecta a los vínculos comerciales.
Las próximas horas serán decisivas para saber si Guaidó logra constituir un Gabinete que fortalezca su posición política que hasta ahora es firme, pero con un cierto sesgo de ambigüedad, para no cerrar todas las puertas a una eventual negociación. Las otras salidas previsibles a la crisis son una sublevación militar proveniente de los mandos medios de las Fuerzas Armadas que son los menos atendidos por el régimen de Maduro, o que Trump decida acabar con las exportaciones de petróleo, que dejarán con menos recursos financieros a Maduro, siempre que China, Rusia e Irán resuelvan elevar su participación para generar desde Venezuela un nuevo escenario de la disputa global, cuestión que no es tan creíble.
Mientras tanto, seguirán resonando los gritos de libertad de un pueblo sometido a una catástrofe humanitaria y que exige el retorno a un genuino Estado de derecho, que ponga término al hambre y a la miseria, que ya han expulsado a más de tres millones de personas que escapan de su país por los efectos de una crisis que ha rebasado todos los limites imaginables.