Estas reparaciones a las apuradas, que incluyen obras en otras áreas de la ciudad, tienen un objetivo concreto, según lo ha admitido el propio intendente municipal capitalino Mario Ferreiro: tratar de mostrar una ciudad más linda y presentable ante los miles de visitantes extranjeros que llegarán para la final de la Copa Sudamericana de Fútbol, que se disputará el próximo 9 de noviembre, en el estadio del club Cerro Porteño, entre los equipos Colón de Santa Fe, de Argentina, e Independiente del Valle, de Ecuador.
Aunque la intervención, reclamada desde hace mucho por la ciudadanía, es un acto positivo que se debe destacar, sin embargo, resulta cuestionable que la reacción de la Intendencia Municipal se haga solamente ante la inminencia de un evento deportivo internacional que atraerá a muchos turistas. Es decir, es un gesto oportunista de lavar la cara a la ciudad ante los visitantes extranjeros, cuando el cuidado del patrimonio histórico y cultural debería ser un celo permanente de las autoridades.
En el caso de la Plaza de Armas, declarada como patrimonio histórico nacional por la Ley 6284, de gran valor por haber sido escenario de acontecimientos claves en la historia del país y por encontrarse en el centro de lugares que son puntos de atracción turística, debe merecer una protección especial no solamente de la Municipalidad de Asunción, sino también de la Secretaría Nacional de Cultura y del Gobierno Nacional, como por la propia Policía Nacional.
Bajo ningún sentido se debería permitir que el lugar sea usado para la instalación precaria de campamentos de familias afectadas por la inundación, existen muchos otros lugares posibles para usarlos como refugio, ya que los efectos de la destrucción causada han estado visibles en todo este tiempo, además de haber vuelto prácticamente imposible el acceso de visitantes, turistas y estudiantes, a este punto vital de la ciudad.
Es decir, con esta grave negligencia de las autoridades municipales y nacionales se ha estado negando no solamente la posibilidad de que el resto de la ciudadanía pueda acceder a uno de los espacios más importantes de la ciudad, sino que también se ha bloqueado la necesaria difusión de la propia historia de la ciudad, ya que se han debido suspender los tradicionales circuitos de recorridos que acostumbraban realizar grupos de guías turísticos e historiadores, sin entrar a considerar las millonarias erogaciones del dinero público que nuevamente se debe invertir para arreglar todo lo que se ha destruido.
Más allá de los puntos negativos de la gestión del intendente Mario Ferreiro, es de esperar que la propia ciudadanía aprenda de esta experiencia y exija con más interés y participación que las autoridades valoren y protejan los espacios públicos y el patrimonio colectivo.