La teoría económica neoclásica asume que el aumento de los salarios reducirá el empleo por dos vías. En primer lugar porque obliga a las empresas a aumentar los precios de su producción, lo cual puede implicar la reducción de la demanda. En segundo lugar, las empresas pueden optar por sustituir trabajadores por máquinas. En cualquiera de los casos se espera una reducción del empleo.
Otras teorías, sin embargo, plantean el supuesto de que ese mercado de trabajo puede estar afectado por conductas monopsónicas por parte de los empleadores. Como son los únicos “compradores” de servicios laborales, pueden ejercer cierto poder en la fijación de salarios menores a la productividad, por lo cual un aumento del salario no conduciría necesariamente a la reducción de puestos de trabajo, ya que existe espacio en la estructura de costos para asumir dicho aumento.
Otras teorías señalan además que un aumento salarial puede traducirse en un incremento del consumo de las familias de esos trabajadores, con lo cual se incrementarán la producción y la demanda de trabajo. Este círculo termina siendo virtuoso a nivel de la demanda agregada.
La Real Academia Sueca de las Ciencias señaló que Card y los otros dos ganadores habían reformado el trabajo empírico en las ciencias económicas, por lo que el reconocimiento no se sustenta solo en el hallazgo en sí mismo, sino fundamentalmente en el aporte a la rigurosidad del método utilizado para llegar a las conclusiones.
Este segundo elemento es de particular relevancia en un contexto de debates teóricos débiles, sobre todo en las redes sociales, que en lugar de contribuir a mejorar la calidad del contenido de los análisis, se reducen a divulgar mitos y afirmaciones sin fundamento empírico.
Esta misma debilidad se acaba transmitiendo a las políticas públicas cuyos resultados negativos no solo impactan en el desempeño económico, sino también en la constitución misma de los fundamentos democráticos que deben sostener el contrato social en el Estado.
Siendo el salario un factor fundamental para el bienestar de los trabajadores y sus familias, una conclusión de esta naturaleza basada en evidencia empírica sumamente rigurosa trae consigo la ruptura de un discurso histórico sobre la relación negativa entre el salario y el empleo.
El debate sobre el nivel del salario es tan antiguo como la misma Ciencia Económica. Adam Smith y David Ricardo proponían lo que ellos denominaban salarios de subsistencia. El salario mínimo es actualmente una institución vigente en la mayoría de las economías desarrolladas independientemente del matiz doctrinario al que se adscriban sus autoridades.
El premio otorgado a Card es una invitación a impulsar un debate inteligente y basado en evidencia empírica sobre el valor y la evolución del salario mínimo en Paraguay. Esto implica tomar en consideración muchas variables como los vínculos con la productividad en las diferentes ramas u ocupaciones y en el desarrollo local, el tamaño de las empresas, la discriminación salarial hacia las mujeres, hasta inclusive su rol en la seguridad social. Falta un debate fundamentado en información, libre de mitos, frases hechas y lugares comunes.