Pompeo viaja a Rusia para sentar una postura firme

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Halcón. A diferencia de Trump, Pompeo tiene una postura dura e inflexible con Rusia.

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, se dirige a Rusia con una tarea inusual e ingrata, mostrar una postura firme contra la potencia rival, aunque su jefe, el presidente Donald Trump, elija un tono conciliador.

Pompeo se reunirá el martes con Vladimir Putin en la ciudad de Sochi, en el encuentro del representante estadounidense de más alto nivel con el mandatario ruso, desde la cumbre de julio en Helsinki, después de la cual Trump enfrentó cuestionamientos por su excesiva confianza con Putin.

El viaje se produce menos de dos meses después de que el fiscal especial Robert Mueller terminara una investigación que concluyó que Rusia interfirió en las elecciones presidenciales de 2016, pero que la campaña de Trump no fue connivente con Moscú.

Después de pasar los primeros dos años de su presidencia bajo la sombra de esta pesquisa, el mandatario republicano conversó por teléfono durante más de una hora con Putin el 3 de mayo, en lo que calificó como una conversación “muy positiva”.

Trump dijo que Putin le había asegurado que Rusia no estaba involucrada en Venezuela, lo que contradijo directamente a Pompeo y otros altos funcionarios, quienes durante semanas habían exigido que Moscú dejara de respaldar a Nicolás Maduro, a quien Washington intenta derribar.

Venezuela es solo uno de los muchos temas que enfrentan a EEUU y Rusia.

Otros, son la guerra en Siria, los compromisos de control de armas y el conflicto en Ucrania, donde las potencias occidentales han intentando en vano durante cinco años poner fin al apoyo de Moscú a los separatistas armados.

Jonathan Katz, un ex funcionario estadounidense, centrado en Europa Central y del Este, cree que Rusia estuvo esperando el final de la investigación de Mueller para ver si esto permitiría un nuevo comienzo con Trump, a quien Putin apoyó en su disputa electoral con Hillary Clinton en 2016.

Para Pompeo “es increíblemente difícil porque los interlocutores del otro lado no saben quién habla por Estados Unidos“, apuntó Katz. AFP

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