Pese a no haber sido una lluvia tan copiosa la que cayó ayer sobre la capital, una vez más los sumideros y las rejillas de diferentes puntos de la ciudad quedaron taponados por gran cantidad de basura que la gente arroja de manera irregular a los raudales.
Un volumen importante de desperdicios incluso llega en cada precipitación hasta arroyos y otros cursos hídricos, colmatando y contaminando la totalidad de los cauces junto con efluentes cloacales.
Esta práctica se suma a la de arrojar desechos en la vía pública, ya sea en forma directa o contratando carriteros que se deshacen de su nauseabunda carga en paseos, predios baldíos o esquinas, generando de esa forma la proliferación de vertederos clandestinos.
Enormes troncos, escombros, bolsas de plástico, materias en avanzado estado de descomposición y hasta electrodomésticos y muebles viejos son desechados en jornadas de inestabilidad climática.
El sumidero de Yuasy’y casi Yvapovo, en barrio San Pablo, quedó taponado ayer por basura y en una de sus calles hasta un sofá quedó flotando en un charco de agua.
ACCIONES. El director de Aseo Urbano de la Comuna asuncena, Rodrigo Velázquez, indicó que se precisa del apoyo de la Fiscalía del Ambiente y de la Policía Nacional para desalentar la acción de las personas de tirar los desechos en la vía pública.
“Se necesita del apoyo de esas instituciones para que actúen junto a nosotros y se pueda frenar este inconveniente”, puntualizó.
La Ordenanza 408/14 establece multas que superan G. 219 millones para quienes vierten o contaminen.