16 jun. 2025

Opinión pública

Carta abierta al embajador de
Cuba, Lic. Adolfo Curbelo Castellano
Suele decirse que la solidaridad constituye la más digna virtud que enaltece a los pueblos y que la gratitud es la expresión de quienes la reciben. Por ello, tengo el alto honor de dirigirme a usted con la convicción más absoluta, para hacer llegar, por su digno intermedio, mi profunda gratitud por haber recibido por parte del pueblo y del Gobierno de Cuba la solidaridad de atención médica ante el problema oftalmológico que me aquejó.
Creo que solo los pueblos y los gobiernos como sus representantes diplomáticos, preparados estos en el ejercicio y la práctica de la solidaridad son la expresión del verdadero espíritu que ha de practicarse en busca de la confraternidad. En tal sentido, señor embajador, hoy que me encuentro en la etapa de la total solución al problema de la visión, quisiera, a usted, y por su digno intermedio, hacer una mención al ministro de Cultura Abel Prieto, a los colegas Silvio Rodríguez y Vicente Feliú, quienes se han interesado e involucrado directamente en mi caso.
Desde aquí, para mi traslado a Cuba, usted ha tenido su directa intervención previo diagnóstico de los médicos cubanos que se encuentran en misión en mi país, para que pudiera trasladarme hasta Cuba, con tantos compatriotas integrando el grupo de beneficiados con la operación milagrosa y retornar a nuestra patria con la satisfacción de que nuestro problema ha sido resuelto, gracias a la capacidad y solvencia profesional de los médicos formados en los centros de estudios más destacados del mundo por su idoneidad y compromiso humano.
Por ello, señor embajador, en estos días en que se recuerda el triunfo de Girón, ante la más cruel agresión de quienes buscaron truncar los objetivos de la revolución cubana, uno mi voz de gratitud por las atenciones recibidas ante el problema de la visión que me aquejaba, que los profesionales médicos con su indudable capacidad profesional y las enfermeras con alto sentido humanitario me prodigaron. Gracias, mil gracias a usted, al pueblo y al Gobierno de Cuba por esta acción solidaria. ¡Hasta la victoria siempre!
Ricardo Flecha Hermosa
C.I. 691.057

La inutilidad
de Setama
y de la Justicia
Los pobladores de los barrios Barcequillo (San Lorenzo) e Itá Ka’aguy (Fernando de la Mora) somos los más perjudicados por la inutilidad que demuestran las autoridades de la Secretaría de Transporte del Área Metropolitana (Setama) y los integrantes del Poder Judicial.
Ninguna de esas dos instituciones puede dar solución, hasta ahora, al grave conflicto de intereses que hay en el sector transporte y que impiden que los ciudadanos de aquellos barrios podamos contar con un servicio de transporte apropiado y no con el desastroso trabajo que hacen las líneas 45 y 33.
Nos es difícil creer que un solo ciudadano como el propietario de ambas líneas de ómnibus, Pedro Cabrera, tenga tanto poder como para lograr fallos a su favor en la Justicia y que así sigan operando sus empresas calamitosas que años atrás obtuvieron préstamos del BNF, y por los que nunca pagaron un solo guaraní.
Además, es una vergüenza que la Setama no pueda hacer valer su autoridad como entidad reguladora en el sistema de transporte público de Asunción y alrededores y vencer al juez que permite que empresas que no tienen méritos sigan adueñándose de itinerarios, a pesar de que ya no tienen licencia para operar.
La imagen que esta situación transmite es de una anarquía. Por un lado, una institución, Setama, suspende los servicios de dos compañías (líneas 33 y 45), y por el otro un juez (Tadeo Zarratea) autoriza que esas mismas firmas sigan operando. Ante esto, la Corte Suprema de Justicia ya debió haber intervenido y dado su fallo y corte definitivo a este problema.
Mientras tanto, miles de pobladores de los señalados lugares de San Lorenzo y Fernando de la Mora padecemos penurias por culpa de dichas líneas y de dos instituciones ineptas que no pueden lograr el finiquito del pleito. Así las cosas, pasarán meses más o tal vez años antes de que se nos pueda brindar una línea de autobuses que nos haga llegar al trabajo, estudio y/o vivienda sin tanta demora y en vehículos seguros, adecuados y no destartalados.
Si una cuestión como esta, tan sencilla, no puede ser solucionada, ¿qué perspectivas puede tener un ciudadano para cuando aparezcan problemas realmente complejos? Obviamente, ninguna.
Jorge Domínguez Arias
Fernando de la Mora