La Conferencia Episcopal Paraguaya califica de ‘‘necesaria y urgente’’ la conversión y el compromiso protagónico de laicos para superar la inequidad social estructural, los vicios de la corrupción, de la impunidad, del individualismo egoísta, de la codicia que margina, excluye y mata al prójimo por falta de salud, educación, tierra, techo y trabajo.
Este mensaje fue publicado ayer en la carta pastoral elaborada por los obispos del Paraguay en el contexto del Año del Laicado. El documento está dirigido a sacerdotes y demás ministros de la Iglesia, a los agentes de pastoral, a los miembros de movimientos, institutos de vida consagrada y a todas las asociaciones de vida cristiana, fieles de todas las diócesis y al público.
Según los obispos, el Paraguay necesita de laicos que contribuyan a transformar los pecados como la corrupción, la inequidad, la violencia silenciosa de la pobreza que excluye y descarta a niños y ancianos, indígenas y campesinos, jóvenes sin oportunidades, familias desestructuradas, agresión al medioambiente, entre otros males en los que son partícipes los laicos ya sea por acción u omisión.
Instan a comunidades de base, parroquiales y diocesanas, a acompañar a los laicos comprometidos en la administración pública y en la política, no por el “provecho” que traigan sino por la vocación que se atreven a asumir y no esquivar la responsabilidad de transformar las realidades.
‘‘El gran desafío es afrontar la realidad difícil de la sociedad, cada vez más violenta, desde la fe cristiana de los bautizados en el mundo. La Doctrina Social de la Iglesia es un instrumento precioso para transformar la política, la economía, la cultura y la educación, para ser constructores de la justicia y de la paz”, señala la carta pastoral.
Dentro de una opción fundamental por el diálogo en el marco de la búsqueda del bien común, la CEP llama a asumir valores como reconciliación, discernimiento, audacia, fraternidad, fidelidad social, perseverancia, servicio, solidaridad.
Los obispos también se refirieron a la importancia de la formación permanente del laicado para no correr el riesgo de paralizarse en su caminar eclesial, por lo que esta formación debe asumir los desafíos del mundo actual.
En cuanto a la familia, la carta pastoral destaca que este es el primer lugar para la misión, que es la escuela de la solidaridad y del amor que celebra la vida. ‘’En esta cultura global materialista y consumista, los laicos están llamados al discernimiento en la verdad sobre la vida, la familia y la sexualidad humana’’.
Recuerdan que el clero, consagrados y laicos caminan juntos y deben vivir en un espíritu sinodal, dialogando, buscando juntos lo que Dios quiere y haciendo cada uno realidad su compromiso.
Cuestionamiento.
Los obispos reiteraron en la carta pastoral que el clericalismo y el capillismo nos alejan del sentido pleno de la comunión de la Iglesia al servicio de la única misión.
Criticaron la falta de coherencia, el vivir de apariencias, la moralina superficial y oportunista, así como la actitud de infundir miedo y avinagrar la vida, la reducción de la religión a lo sobrenatural o el uso de medios puramente terrenales, actos que según los obispos debilitan a la Iglesia.
También dañan a la institución la pereza de hacer bien las cosas, la seducción de la riqueza, del poder y del placer, la negligencia y la corrupción, son enfermedades que necesitamos seguir superando a la luz del Evangelio. ‘‘Recordemos el compromiso que hicimos en nuestro bautismo: Decir no al pecado y vivir como auténticos hijos de Dios’’, concluye la carta.
El gran desafío es afrontar la realidad difícil de la sociedad, cada vez más violenta, desde la fe cristiana de los bautizados.
Los laicos son la gran mayoría de la Iglesia y es el momento de asumir protagonismo, sentido de pertenencia.