Por Marco López
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“Nosotros somos amantes de nuestro folclore, pero no nos queda otra salida que vestirnos de mariachis para ganarnos el pan y mantener a nuestras familias”. Esta es la realidad que viven 70 músicos paraguayos en los alrededores de la avenida Eusebio Ayala, 22 de Setiembre y Ygurey.
Allí, cada tardecita, a partir de las 20, se puede ver a estos sobrevivientes de la noche enfundados con los trajes típicos de los conjuntos mexicanos, esperando que llegue algún cliente.
Pero en otras décadas, la realidad era distinta en esa concurrida y ruidosa zona. Entonces los bohemios se congregaban en el bar Panuncio.
La polca y las guaranias sonaban constantemente y era posible vivir del folclore nacional.
Sin embargo, los tiempos fueron cambiando y el éxito de la música mexicana fue desplazando paulatinamente a la paraguaya en el gusto popular.
El afecto del nuevo escenario lo sintieron los intérpretes, que para poder subsistir fueron dejando las coloridas camisas de ao po’i y ñandutí, por los ajustados pantalones con tachuelas y enormes sombreros para convertirse en mariachis.
DE LUNES A LUNES. “En este oficio de ser músico no hay domingos ni feriados, trabajamos de lunes a lunes” manifiesta Carlos Sosa, líder del grupo que integra junto a tres de sus hijos y un sobrino.
Gracias al mariachi, Sosa mantiene su hogar y paga las cuentas cada mes.
“Hace más de 20 años que me inicié en esto y a veces me duele. Es triste que se valore más la música extranjera que la nuestra”, confiesa.
El mismo sentimiento expresa Ricardo Fleitas, líder de Los Príncipes de México, uno de los tantos grupos que trabajan en la zona del ex bar Panuncio.
“Amamos nuestra música popular, pero la realidad nos obliga a vivir esta situación”, manifiesta Fleitas, ex integrante de Los Luceros del Paraguay.
En los buenos tiempos, estos bohemios llegaban a tocar hasta en ocho o nueve lugares. Ahora, sin embargo, los pedidos ya no llegan con tanta frecuencia.
En cuanto a los precios, van desde G. 350.000 por presentación, una cifra que debe dividirse entre cinco personas, como mínimo.
REPERTORIO. El repertorio, además de música mexicana, también incluye polcas, guaranias, cachaca y hasta tango.
“Tenemos que tocar de todo y debemos hacerlo bien”, dice Fleitas y admite que “lamentablemente algunos colegas no dejan muy buena imagen”.
Sosa manifiesta que “algunos van mal vestidos, pasados de copas y para colmo tocan mal. Esto nos perjudica”, puntualiza.
Pese a que por el momento seguirán cargando con el guitarrón, las trompetas, la vigüela y el vestuario charro, Fleitas espera que los tiempos cambien.
“Queremos recuperar nuestra identidad, valorarla. Queremos volver a vestirnos como folcloristas paraguayos. Ojalá que podamos hacerlo”, resume.
“Estamos formando la Asociación 22 de Setiembre, para ayudarnos y protegernos. Tenemos muchos hermanos músicos que están apostados en las calles como prostitutas, sufriendo. Queremos que tengan su casa, su lugar. Además, intentaremos identificar a los que no son profesionales y nos dan mala imagen”.