El príncipe Enrique y su hermano mayor Guillermo, segundo en la sucesión al trono británico, inauguraron ayer una estatua en homenaje a su madre, Diana, en el Palacio de Kensington, en una reunión familiar que puso a prueba su relación. La estatua diseñada por Ian Rank-Broadley será inaugurada en los jardines de Kensington, su antigua residencia y la actual de su hijo Guillermo, heredero de la corona tras su padre Carlos, en presencia de solo unas 30 personas, entre ellas miembros de la familia Spencer, debido a la pandemia de Covid-19.
Pero más que el homenaje a la princesa, lo que está en juego en esta ocasión es si el reencuentro de los dos hermanos puede aliviar la crisis provocada por el sorprendente abandono por Enrique de sus funciones oficiales como miembro de la familia real británica y la explosiva entrevista que concedió en marzo junto a con su esposa, la ex actriz estadounidense Meghan Markle, a la estrella de la televisión norteamericana Oprah Winfrey.
El príncipe Enrique regresó al Reino Unido recién la semana pasada desde California, donde reside con su mujer y sus dos hijos, e hizo una aparición sorpresiva el miércoles en una actividad caritativa organizada para niños enfermos. Según el Daily mail, que cita una fuente de la realeza, su regreso a territorio británico brindó la oportunidad a los dos hermanos de hablar esta semana de la victoria de Inglaterra sobre Alemania en la Eurocopa, alimentando la esperanza de un posible acercamiento entre ambos.