Por Laura Morel
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Desde Arsenio Erico hasta José Luis Chilavert, en el fútbol; Luis Gilberto Ruiz, en natación; Valentín Galeano, más conocido como “Kid Pascualito”, en el boxeo; Edith Nunes y Aristides Isusi, en el básquet; Víctor Pecci, en el tenis; Carlos Franco y Julieta Granada, en el golf.
Son solo algunos nombres de deportistas paraguayos que triunfaron, o lo siguen haciendo, pero sin lograr consagrarse como la máxima estrella del deporte nacional. Es decir, aquella a la que el país entero admire sin discusión. Como un Maradona en Argentina, un Ayrton Senna en Brasil, un Michael Jordan en los Estados Unidos y muchísimos más en los distintos países del mundo...
Claro, aquí no podemos comparar los logros que han obtenido esos deportistas y que, en consecuencia, los llevaron al estrellato. Pero, con más razón, lo que hicieron los nuestros, saliendo de un país tan pequeño y con escaso apoyo, debería ser motivo suficiente para ser idolatrados.
LA CAUSA. Buscando, de alguna manera, una respuesta a la carencia de ídolos en nuestro país, conversamos con el licenciado Luis Fernando Ramírez, psicólogo, director del CDD (Centro de Desarrollo Deportivo) y del CDI (Centro para el Desarrollo de la Inteligencia). Este explicó que la razón de nuestra carencia de ídolos está relacionada con nuestra historia como pueblo paraguayo. Ese pueblo incapaz de manifestarse públicamente.
–¿Por qué a los paraguayos nos cuesta crear ídolos?
–Es que somos una sociedad de cortísima memoria y tremendamente exitista; las cosas como son y cuando están ahí. Esta es una cultura que vivimos acá, tras sobrevivir a años de opresión, y tener ídolos deportivos no escapa a eso. Ídolo es mientras te produce algo, pero cuando dejó de estar ahí la gente lo olvida. Otro motivo es que somos muy exigentes en cuanto a estilo, a formas y, en general, muy poco demostrativos de nuestros afectos. A los paraguayos nos cuesta hacer pública nuestra alegría, nuestra tristeza o nuestro desacuerdo. Por ejemplo, no somos de salir a la calle y manifestarnos.
–¿Influye el hecho de que nos resulta más fácil destacar lo negativo de todo?
–Eso creo que forma parte del escenario anterior, en cuanto a que nos cuesta expresar. Además, está la facilidad tremenda con la que ponemos y sacamos a alguien como ídolo. Muchas veces, no hay suficientes criterios para que alguien sea ídolo. Cualquiera que hace algo, sin siquiera con mucho mérito, se convierte en ídolo. Entonces, aquí hay que distinguir el ídolo que hizo méritos del que fue solo el ídolo de un grupo.
–¿Cómo es eso?
–En el fútbol, por ejemplo: cuando se inició, Carlos Gamarra era el ídolo de los cerristas, no del fútbol paraguayo. Pero después, sobre todo cuando salió del país, logró una cantidad de cosas que lo convirtieron en el ídolo paraguayo. Pero, aun así, todavía es muy difícil decir “es el ídolo del fútbol paraguayo”, porque sus logros siguen siendo más trascendentes para los cerristas que para todos. (Esto puede evidenciarse ahora que Gamarra jugaría en Olimpia, el eterno rival de Cerro.)
Ahora, una cuestión diferente es la que tiene que ver con Carlos Franco, por ejemplo. Una persona que entra al primer mundo del deporte con el golf, una disciplina increíblemente competitiva pero que aquí no tiene difusión. Lo que hizo Julieta Granada es un hecho histórico, pero nadie le da importancia porque no tenemos cultura deportiva. Los ídolos solamente funcionan en torno a deportes muy populares como el fútbol, y a clubes muy populares.
–¿Tenemos poca cultura deportiva?
–Exacto. La cultura que tenemos en cuanto a conocer distintos deportes es muy limitada. Por lo tanto, no nos permite tener esa dimensión de otros deportistas que hayan hecho actos importantes en el mundo del deporte. Porque si aquí nosotros tenemos que valuar ídolos, lo que hizo Víctor Pecci, o lo que hizo Franco y ahora Julieta... son los exponentes más grandes de nuestro deporte. Ni Chilavert, que fue el mejor arquero del mundo en un momento, hizo lo que estas personas, que inauguraron todo un modelo en nuestro país. Porque antes de Pecci casi no se jugaba tenis en el Paraguay, y esa es la trascendencia de un ídolo.
Pero la gente no lo percibe porque se vive el hoy nada más.
–¿Existe alguna manera de cambiar esto?
–Sí, y ahí la labor de la prensa es fundamental. Porque, ¿qué se hace como país para que la gente conozca otros deportes? Pobrísimo es el espacio que se les da en los medios, en relación con el fútbol. Todo es fútbol y así la gente no tiene la posibilidad de ser educada y ampliada en su espectro, en su campo mental, de lo que es el deporte.
–Y los niños crecen gustando del fútbol.
–Claro. Pero no digo que sea culpa de la prensa. Lo que sí digo es que tienen una función social importante en cuanto al desarrollo. Ahora viene lo otro: ¿Dónde va a practicar ese chico? ¿Qué espacios públicos abiertos y preparados para el desarrollo de otros deportes hay? No hay nada. Así es imposible que podamos crecer. No hay infraestructura social ni deportiva para desarrollar otros deportes.
José Luis Chilavert: “Me siento muy reconocido por todo el pueblo”
Si hay alguien que, en las últimas décadas, llegó a lo más alto del fútbol mundial como representante paraguayo, es José Luis Chilavert. Mejor arquero del mundo, en cuatro ocasiones; con el Vélez Sarfield argentino ganó todo: la Copa Libertadores, Intercontinental, la Interamericana, Supercopa y Recopa.
Y si a esto –y otros tantos campeonatos más– sumamos su capacidad goleadora (convirtió 62 goles en partidos oficiales), podemos decir que reúne todos los requisitos para ser un ídolo.
Sin embargo, su manera tan directa de decir y hacer las cosas, no agrada a muchos. Y, tal vez, sea por esto que no ha podido consolidarse como el máximo ídolo del país.
Pero “Chila” no lo ve así. Para el arquero todo pasa porque en nuestro país, “no hay tanto fanatismo, como por ejemplo en Argentina”.
“Acá, la gente es muy fría. Les cuesta expresar sus sentimientos y eso ya viene de tiempos atrás, forma parte de nuestra cultura”, manifestó.
El ex arquero de la selección paraguaya comentó además que “tal vez no sea común ver esas muestras de cariño, pero yo me siento muy reconocido por todo el pueblo paraguayo. A donde voy me saludan y me reciben con cariño. Eso me demuestra que la gente valora todo lo que yo he logrado”.
Respecto a que los paraguayos seamos cortos de memoria, Chilavert dijo: “El que la gente se olvide muy pronto de vos, una vez que te retiraste, no pasa solamente acá en Paraguay, sino a nivel mundial. Generalmente cuando termina tu trabajo dentro del terreno de juego uno pasa a otra etapa. Eso sí, hay que separar bien las cosas: hubo jugadores buenos en Paraguay, pero todo lo que yo he logrado a nivel internacional no lo ha logrado casi nadie. Es una realidad”.
Víctor Pecci: “Están acostumbrados a criticar que a alentar”
Dicen que antes de Víctor Pecci el tenis era un deporte desconocido para la gran mayoría de los habitantes de este país. Llegó a ser Top Ten mundial (número 9 en el año 1980) y disputó la final de un Grand Slam –el Abierto de Francia–. Fue en el año 1979, ante el sueco Björn Borg. Además de los logros deportivos, el gran mérito de Pecci fue transformar un deporte elitista en popular y extender sus méritos como capitán y entrenador en Copa Davis y Copa Federación. Forjando así a la que hasta hoy es la más exitosa generación del tenis femenino paraguayo, en un histórico emprendimiento del Yacht. Hoy día, numerosos jóvenes entrenan inspirados en él.
“Yo diría que no sabemos tener ídolos, nos cuesta”, es la primera afirmación de Víctor Pecci. “No somos como el argentino, por ejemplo, que incluso para mi gusto ya es un poco exagerado. Lo bueno estaría en un término medio, entre lo que es en Argentina y lo que es en Paraguay”, agregó.
Para el ex tenista, nuestra cultura tiene mucho que ver con la creación de ídolos.
“Yo creo que todo pasa por nuestra manera de ser como país, nuestra cultura. Viste que somos más tranquilos en ese sentido, mismo en el fútbol, que es el deporte que más uno sigue, tampoco se ve eso”.
Al mismo tiempo afirma que la demostración de cariño y el aliento constante son fundamentales para los deportistas, sobre todo en momentos difíciles.
Pecci dijo: “Eso a un deportista le motiva muchísimo. Pero parece que están más acostumbrados a criticar que a alentar. Buscan las cosas negativas y no las positivas”.