Bajo 4 toldos blancos, voluntarios ofrecían consultas médicas en un campamento de una empobrecida zona del suroeste de Caracas, como parte de la ofensiva para el ingreso de ayuda humanitaria liderada por el opositor Juan Guaidó, autoproclamado como presidente encargado de Venezuela.
En una calle llena de cráteres, una larga fila de vecinos aguardaba su turno en Macarao. En la tienda de campaña otros esperaban, organizados por edad, sentados en sillas dispuestas como una sala de espera: niños y ancianos tenían trato preferencial. Negando que exista una emergencia humanitaria, el presidente Nicolás Maduro bloquea la ayuda al calificarla un show para una invasión militar y una limosna de Estados Unidos.
El presidente culpa de la escasez de alimentos y medicinas a sanciones impuestas por Estados Unidos y asegura que la semana pasada llegaron 933 toneladas de medicamentos que su gobierno compró a China, Rusia y Cuba.
Pero Andrea Hernández, estudiante de fisioterapia de Petare, la favela más grande del país, se sumó al voluntariado porque cree que la ayuda humanitaria es lo mejor para Venezuela en este momento de profunda escasez de medicinas. AFP