Miles de civiles comenzaron a formar filas en las primeras horas del miércoles frente a los puestos de control instalados a la entrada de la ciudad. Desde allí, se podía avistar los importantes daños que dejaron los violentos combates entre las fuerzas especiales de la policía y ejército y los partidarios del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK). A lo largo de las calles, se distinguen edificios y comercios con huecos de impactos de bala o incendiados. Varias familias escudriñan las ruinas de lo que quedó de sus hogares en búsqueda de efectos personales o cuerpos de familiares. La gobernación de la provincia de Sirnak anunció el martes el levantamiento parcial de un toque de queda en vigor desde hace dos meses y medio en la ciudad kurda de Cizre.
El ejército y la policía turca cerraron el 14 de diciembre todos los accesos a Cizre, una ciudad de 12.000 habitantes cercana a las fronteras con Siria e Irak, para expulsar a los rebeldes del PKK que habían instalado barricadas y trincheras y habían declarado su “autonomía”.