Mientras nos preparamos para cerrar el ciclo de doce meses y las lucecitas del árbol nos hablan de ti o de la factura de la luz, la semana que viene conoceremos al nuevo campeón de la Copa del Mundo.
Esto sería algo típico si lo atípico no fuese que el Mundial inició recién en noviembre. Generalmente, el evento deportivo del fútbol, soccer, balompié, partidí se lleva a cabo a mitad de año cada cuatro años.
Sin embargo, el verano catarí y sus temperaturas que suelen pasar los 41 grados, hicieron que el evento se haga recién ahora.
Pesaron las razones climáticas del país anfitrión y sus millones, con lo cual la FIFA tomó la decisión que usted ya conoce de sobra porque usted se informa.
Por de pronto, a esta altura del partido, no hay mucho que envidiarle al verano del país árabe. El típico averno del verano paraguayo dijo presente con sus 40 grados (e incluso más) a la sombra.
La semana que viene, luego del pitazo final y el posterior festejo del nuevo campeón, la afición deportiva paraguaya estará nuevamente detrás de la típica ilusión de ver el próximo mundial por TV, pero con la Albirroja participando en él. Ya no resulta nada agradable la atípica eliminación.
Ese mismo día, también, varios estarán ilusionados. No precisamente por lo que ocurra entre 22 y un poco más de arrieros canilla perõ que van desesperados detrás de una pelota y la copa.
Los que cimentarán su ilusión son los candidatos a cargos electivos. Ellos estarán pendientes minuto a minuto del veredicto que arrojen las urnas electrónicas.
Más de uno, que no son todos, se aclara, tiene preparadas las uñas y los dientes con el anhelo de dar el gran salto desde el 2023.
Entre ellos y con el zarpazo ya puesto, podrán pasar de la tradicional sobrevivencia como cualquier ciudadano común a la atípica ostentación sin demoras.
Por su parte, el elector movido a pie y sin aparato de por medio no tiene mucho de qué ilusionarse para lo que avizora el año que viene.
Un hecho atípico de este año resultó la presencia masiva del público a las diversas disciplinas en los Juegos Odesur. El efecto Tiríka entusiasmó a la población y faltó poco para que el felino desbancara al león de la bandera.
Por de pronto, la mascota de Odesur ya fue propuesta como símbolo para la Selección Nacional de fútbol de campo. De esa manera desplazará de su autoimpuesto trono al tradicional, insulso y cada vez más resistido Pájaro Campana.
Sin embargo, lo típico sigue siendo el escaso apoyo que el Estado y el sector privado brindan a los atletas de diferentes deportes fuera del fútbol.
Con esa realidad que más que típica ya es tradicional, fuera de las cámaras y el bullicio de la competición, esos deportistas paraguayos siguen preparándose para los próximos Juegos Olímpicos. Será para ellos una tarea titánica llegar al podio en París 2024.
Pare, usted, señor, señora, señorita, joven su frenesí de fin de semana de diciembre. Dese un tiempo para reflexionar un momento. Respire.
Tome su vaso, pocillo, jarro lata y llénelo del líquido de su predilección. Realice usted el típico gesto de elevarlo para el brindis.
Este atípico apartado con apariciones esporádicas le invita a brindar. Sí, brinde, usted.
Brinde por lo que le costó llegar este año, celebre sus victorias. Reflexione sobre las derrotas colectivas que tuvimos y seguimos teniendo como sociedad.
Brinde por otro año horrendo que ya se va, se va, otro año ya se ha ido. Brinde por los suyos, sobre todo por usted mismo/a. Al celebrar, hágalo con una sonrisa. Recuerde, y sobre todo no permita, que nadie ni nada le (nos) siga robando la alegría.