Brigitte Colmán
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Pocas cosas son tan paraguayas como el tereré. Sin embargo, pese a ser una de las insignias de la tradición nacional, muy pocos paraguayos conocen la sangrienta historia que se esconde detrás de la producción de la yerba mate, una historia que se remonta a los años posteriores a la Guerra contra la Triple Alianza. Esta es la historia misma de la esclavitud y de la memoria olvidada.
En 1870 la guerra dejó un país en ruinas. Los gobiernos que se sucedieron decidieron la venta de tierras para obtener recursos y así mantener la administración. La venta de esos bonos fue el origen del desembarco en el país de empresas extranjeras latifundistas, una de ellas, la Industrial Paraguaya SA.
La Industrial Paraguaya instaló en Itakyry, Alto Paraná, su cuartel central tras la cesión de miles de hectáreas durante el gobierno de Bernardino Caballero. Miles de hectáreas de bosques y yerbales vírgenes les fueron cedidos, por el periodo de cien años. Después de cien años de la rica zona abundante en yerba mate natural, bosques y palmitos solo quedó un desierto; y tampoco retornó al Estado paraguayo.
Los mensú. Casi 150 años después solo quedan algunos retazos de la memoria de los mensú, los peones yerbateros, la mano de obra esclava que trabajó la yerba mate. También queda una precaria construcción, se trata de la que fuera la sede de la Industrial Paraguaya, el imperio yerbatero, “esclavista”, al decir del escritor Rafael Barret, restaurada y convertida en museo en 2008. Hoy, la construcción se encuentra en una propiedad privada y es cuestión de tiempo para que el propietario la derribe.
Cristian Benítez, licenciado en historia, era estudiante cuando conoció al equipo que logró restaurar la casa y fundar el museo. “Estamos frente a uno de los patrimonios históricos de carácter nacional. Aquí se gestionó, se manejó la logística de toda la mano de obra que se empleó para la explotación de la yerba mate y de los obrajes en el Alto Paraná. Estamos ante una propiedad física que también es una referencia histórica”, dice.
Según Cristian, desde aquí se hacían los pagos, se distribuían las provisiones para los trabajadores de los obrajes, desde los machetes, los primeros pagos en patacones, en insumos y sirvió de base para la distribución de las propiedades que serían explotadas.
“Acá había objetos, pero ha sido despojado... aquí estaban los libros de la Industrial Paraguaya”, explica. Señala que en esos documentos estaban las cantidades de madera que salían de acá, las provisiones de azúcar, de harina, los pagos a cada obrajero y otros documentos.
“Aquí está la memoria viva del Paraguay, corroída. Así está la memoria del paraguayo, la historia del mensú, del esclavo de los yerbales que mencionan Roa Bastos y Rivarola Matto. Este es el lugar desde donde partieron los trabajadores a los infernales yerbales”.
Propiedad Privada. En el pequeño museo local se conservaban armas y utensilios indígenas mbya; objetos usados en los obrajes, como los lampiun, herramientas como hachas, machetes, tronceadoras; balanzas romanas para pesar los fardos de yerba, e incluso una antigua vitrola. Algunos de estos objetos están guardados en uno de los edificios municipales, y los documentos fueron digitalizados mediante un acuerdo con Itaipú. Sin embargo, persiste el riesgo de que la casa/museo sea derribada en cualquier momento.
El intendente de Itakyry, Carlos Miguel Soria Casco, explica, acerca del conflicto sobre la propiedad de la antigua sede de la Industrial Paraguaya, que después de muchos años apareció un día un concejal departamental como el supuesto dueño del lugar. “Apareció con un supuesto título de propiedad y comenzó a tener un conflicto con la Municipalidad. Él destruyó parte de lo que era el maderamen que quedó y tomaron a la fuerza el lugar; entonces el intendente anterior mandó a que se retiren todas las cosas de valor. Actualmente los objetos están en el centro informativo de la Municipalidad.
Soria asegura que se está buscando la forma de recuperar la propiedad y que incluso existen dudas sobre el título que presenta el concejal departamental. Sin embargo, tampoco es seguro que la precaria construcción de madera pueda resistir a que la burocracia resuelva el conflicto.
Para Cristian Benítez, es evidente que los intereses de la clase política actual no van dirigidos hacia el fortalecimiento de la educación, la cultura, la identidad nacional y el rescate de su soberanía.
“Este edificio es patrimonio del Estado”, reclama, y se muestra frustrado por la situación en que quedó la casa que durante un breve tiempo fue el museo que contaba la historia de los mensú. “Me siento triste. Después de años de estudio, este es el reflejo de la situación de abandono del Estado paraguayo de su patrimonio. De un patrimonio histórico que tiene un valor enorme para nuestra identidad”..
