18 jul. 2025

La sabiduría periodística de mis sobrinos

En mi época de alumno escolar las llamaban “vacaciones de quince”, porque siempre duraban quince días, los cuales se cumplían a rajatabla.

Parece que ahora ya no.

Se ha vuelto costumbre que las llamadas “vacaciones de invierno” en las escuelas y colegios siempre se alarguen por una semana más, alegando los motivos más surrealistas.

Si no me falla la memoria, en una época fue por el azote del dengue. En otra por el peligro de la influenza o la gripe H1N1. Una vez incluso llegaron a decir que era por los devastadores efectos de alguna fuerte tormenta.

Este año parecía que no había motivos valederos. Ya no hay mucho dengue, la influenza y la H1N1 están básicamente controladas. Hay inundación, es cierto, pero no hemos sabido que afecte mucho a las escuelas. Y la victoria de Olimpia no se puede trasladar al campo educativo.

Así que los niños iban a tener que retornar a clases, sí o sí, este lunes 22 de julio.

Pero en los primeros días de vacaciones, mis sobrinos ya empezaron a romper las pelotas con el tema.

“Tío, vos que sos periodista y siempre sabés todo, ¿te enteraste si ya confirmaron que las vacaciones de invierno se van a extender por una semana más, como se hizo en los años anteriores?”, me preguntaron por teléfono.

“¿De dónde diablos sacaron eso? No hay ninguna versión oficial sobre el tema y tampoco creo que la haya, porque no existe un motivo valedero. Por el contrario, hay sobradas razones para no perder más clases, con lo mal que está nuestro nivel educativo. ¡Así que olvídense! Disfruten de estos 15 días, y luego... ¡a estudiar”, les recriminé.

Escuché un coro de carcajadas adolescentes al otro lado del auricular. “¿Qué es tan divertido?”, les pregunté.

“Tío, como le dicen siempre al personaje ese de la serie Juego de Tronos, ¡vos no sabés nada! En el colegio ya nos avisaron que va a haber una semana más de vacaciones, porque los maestros preparan una huelga para esa fecha. No importa el motivo. Ya van a encontrar alguno. Acordate de nosotros. ¡Bye, tío...!”. Y otra vez el coro de carcajadas.

“Mocosos de porquería, ya se van a arrepentir por burlarse de mí”, me dije.

Hasta que, una semana después, escuché azorado al propio ministro de Educación, Horacio Galeano Perrone, informar sobre la resolución oficial que decidía prolongar por una semana más las vacaciones de invierno, debido a que los pronósticos meteorológicos anunciaban el ingreso de un frente de “frío polar” desde el Sur.

“No es por la huelga de maestros, como la prensa quiere hacer creer, es por el frío”, insistía el ministro.

Me pareció escuchar de nuevo el coro de carcajadas de mis sobrinos.