07 oct. 2025

La puerta de las ovejas

Hoy meditamos el Evangelio según San Juan 10,1-10.

Jesús utiliza una alegoría bien conocida en los textos bíblicos del Antiguo Testamento. Es la del pastor que cuida de su ganado. Pero ahora llama la atención el hecho de que antes de presentarse como Buen Pastor, diga de sí mismo que “yo soy la puerta de las ovejas”.

Al igual que Dios había hecho con el pueblo de Israel, también en la Iglesia se servirá de “pastores” que cuiden de sus “ovejas”. Ahora bien, les deja algo claro a todos: sólo es “buen pastor” el que conduce a las ovejas hacia la única “puerta” que es Cristo. El que intenta llevarlas a otro lugar es un farsante al que no hay que seguir porque “el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es un ladrón y un salteador”.

De modo muy gráfico dice Jesús que el mal pastor “salta” por otra parte, utilizando un verbo que evoca la acción de quien trepa para llegar a un sitio donde no debería estar.

Previene así del peligro de servirse de la Iglesia, e incluso del puesto que se ocupa en ella, para el propio provecho personal.

El profeta Ezequiel ya había denunciado en su tiempo esa actitud: “¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos: ¿No son los rebaños lo que deben apacentar los pastores? Os alimentáis de su leche, os cubrís con su lana y matáis las reses más cebadas, pero no apacentáis el rebaño. No habéis robustecido a las débiles ni sanado a las enfermas. No habéis vendado a la herida ni habéis recogido a la descarriada. No habéis buscado a la que se había perdido” (Ez 34,2-4).

“Permitidme un consejo –propone San Josemaría–: Si alguna vez perdéis la claridad de la luz, recurrid siempre al buen pastor. ¿Quién es el buen pastor? El que entra por la puerta de la fidelidad a la doctrina de la Iglesia; el que no se comporta como el mercenario que viendo venir el lobo, desampara las ovejas y huye; y el lobo las arrebata y dispersa el rebaño.

Mirad que la palabra divina no es vana; y la insistencia de Cristo –¿no veis con qué cariño habla de pastores y de ovejas, del redil y del rebaño?– es una demostración práctica de la necesidad de un buen guía para nuestra alma”.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-co/article/comentario-al-evangelio-la-puerta-de-las-ovejas/)