02 may. 2025

La poesía en su hora necesaria

Miguel H. López

La poesía es política, aunque sea romántica. La expresión humana lo es. En ese contexto llega la segunda final del Concurso de Poesía Carmen Soler del colectivo Cultural JAF, rara avis en nuestro medio que por lo general brinda espacios y distinciones a la prosa y no al verso. Los premiados recibirán reconocimiento hoy, a las 18.00, en el Centro Cultural Literaity (Chile 1027 y Manduvirá).

La selección surgió de entre 32 trabajos presentados. Un número destacable por aquello de que mucha gente escribe, pero es poca la que se anima a presentarse y a la vez –y en contrapartida– son escasos los concursos de poesía en el país.

El poema ganador, Creí que eran ranas, de Iván Silvero Salgado, es, según el fallo unánime del jurado, una pieza original, “cualidad esencial que le otorga una notable fuerza semiótica a la hora de expresar el concepto de lucha y militancia con la creación de una referencia, de una metáfora fresca, con movimiento y vitalidad. La sorpresa es el vehículo del deleite. El descubrimiento que propone el poema invita a participar de la creación. El concepto trabajado está dotado así de una riqueza estilística que provoca emociones nuevas, sumándose incluso el elemento lúdico. El autor construye un mensaje profundo a partir de elementos simples, recrea la complejidad social a partir de elementos de la naturaleza, y en esta contraposición logra un acercamiento a la comprensión del ser humano en su esencia como ser social. Se aprecia la sencillez lingüística con que se construyen imágenes de gran carga poética, logrando momentos de hermosura con elementos inusitados como distintivo lírico”.

El segundo lugar, Poema molotov, de Diego Ayala Valdez, recrea una imagen potente “de explosiva síntesis” y una “capacidad de trasmisión del mensaje poético extendida por un lenguaje abierto y rotundo”.

Cicatriz, de Gabriela Arcondo Closs, alcanzó el tercer lugar en un empate innegociable con Un adiós sin despedida, de Ma. Cecibel Cisneros Vega. El primero por su “gran fortaleza semántica, que logra un discurso poético agudo y hondo. Logra conceptualizar estéticamente condiciones existenciales del ser humano y de la propia poesía. Ese diálogo permanente entre poesía y la filosofía, a partir de una lírica equilibrada, y cuya trasgresión se encuentra en su alta y afilada capacidad connotativa de conmovedora belleza”. El segundo impacta por el “lirismo de sus versos, logrando reforzar la idea del amor desde la reiterada exaltación de un mismo sentimiento con múltiples imágenes rebosantes de una apasionada carga lírica”.

Finalmente, el jurado otorga menciones especiales a Camino de agua, de Lea Margarita Vázquez, y a Resistencia, de José Riquelme Ortiz, por lograr “a partir de un lenguaje sencillo y claro, un retrato sensible de situaciones de mucha densidad social. La contradicción generada entre el goce estético incitado por las imágenes de estos poemas y las terribles contradicciones de la realidad en la que se sitúan, desatan gran carga emocional y una experiencia estética desgarradora. Desde ese lugar su palabra poética nos interpela”.