“Nuestra palabra y nuestra actuación de cristianos y de hombres honrados ha de tener un gran valor delante de los demás, porque hemos de buscar siempre y en todo la verdad, huyendo de la hipocresía y de la doblez. En las situaciones normales de la vida debe bastar la palabra del cristiano para dar toda la fuerza necesaria a lo que afirma o promete”.
“La verdad es siempre un reflejo de Dios y debe ser tratada con respeto. Si tenemos el hábito de decir siempre la verdad, aun en asuntos que parecen intrascendentes, nuestra palabra tendrá una gran fuerza, ‘como la firma de un notario’, que no se pone en entredicho. Así imitamos al Señor. En una de las misas celebradas por el Santo Padre recordó a los fieles reunidos junto al Palacio Apostólico que la oración cristiana no debe limitarse a las necesidades personales, sino que, para que sea verdaderamente cristiana, debe tener una dimensión universal”.
En el comentario al Evangelio del día, el Papa comentó el episodio en el que Jesús envía a la misión a 72 discípulos.
“El número 72, explicó, indica, probablemente, todas las naciones. En este sentido, recordó que el libro del Génesis menciona 72 naciones diferentes”.
“De esta manera, el envío simboliza la misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio a todas las naciones”.
Fiel a este mandato de Jesús, Francisco invitó a rezar por todos los pueblos:
“Nuestra oración no debe limitarse solo a nuestras necesidades. Una oración es verdaderamente cristiana si tiene también una dimensión universal”.
“La misión se basa en la oración, que es itinerante, que exige desprendimiento y pobreza, que lleva paz y curación, signos de la cercanía del Reino de Dios, que no es proselitismo, sino anuncio y testimonio, y que exige riqueza y franqueza y la libertad evangélica de evidenciar la responsabilidad de haber acogido el mensaje de la salvación, pero sin condenas ni maldiciones”.
(Frases extratadas de http://www.homiletica.org y https://www.aciprensa.com)