Cada inicio del periodo escolar el Ministerio de Educación y Ciencias promete reparar y equipar las instituciones educativas que requieren intervenciones por motivo de riesgo de derrumbe o que se encuentran en mal estado. Pese a disponerse de fondos, las promesas se cumplen a un ritmo tan lento que 3.197 locales escolares públicos siguen en mal estado, y los alumnos deben dar clases en espacios de otros grados o cursos, en bibliotecas, corredores, en tinglados o bajo los árboles.
Uno de estos casos es el del Colegio Nacional EMD de Choré, en San Pedro. Ante la desidia, hace una semana los estudiantes decidieron tomar la institución educativa exigiendo aulas seguras con urgencia. Señalan que desde hace un año un pabellón fue clausurado por el peligro de derrumbe de la deteriorada infraestructura, obligando a 145 estudiantes a dar clases bajos los árboles. También piden los estudiantes la renovación total de la instalación eléctrica, pues remarcar que el año pasado sufrieron un incendio debido a las malas instalaciones.
Independientemente de la mala distribución de responsabilidades a nivel de las instituciones del Estado, pues es inconcebible que el MEC deba hacerse cargo de problemas de infraestructura, se deben señalar las repetidas deficiencias en la gestión de estos problemas concretos que si bien no hacen al centro del problema de la educación, deben ser tomados en cuenta. Ningún niño, adolescente o joven podrá aprender en condiciones precarias.
Resulta indignante que, pese a disponerse de recursos, las autoridades por su indiferencia y desidia sigan permitiendo que los niños paraguayos deban soportar estas situaciones.
Se debe considerar por ejemplo que, después de diez años de haberse creado el Fonacide, ya fueron distribuidos USD 770 millones a gobernaciones y municipios, y precisamente municipios que han recibido más recursos como Asunción son los que menos han utilizado esos recursos. Y, además, según informó la organización ReAcción, el intendente Nenecho Rodríguez no rinde los recursos desde hace cuatro años ante el Ministerio de Hacienda; y durante su gestión los montos de las adendas ya se triplicaron, lo cual sería innecesario si existiera una planificación correcta.
Mientras tanto se acumulan historias, como la de las madres de estudiantes de la escuela General Díaz, quienes denuncian que el lugar está infestado por termitas y los techos llenos de goteras, además de los pisos deformados por las raíces de los árboles que causan baches.
Es tremendamente preocupante que por la mala gestión de ministros e intendentes sigan siendo los niños, adolescentes y los maestros quienes sufran por las precariedades: escuelas sin agua potable, luz, paredes y techos resquebrajados, y que como baño disponen de una letrina.
Paraguay es el país en el que la docente Ramona Villalba Barreto se las ingenia para llegar hasta la escuela de la colonia Kokue Pyahu, de Pedro Juan Caballero, en Amambay, y al ser la única maestra, debe cruzar a pie un arroyo pues el único puente fue arrastrado luego de fuertes lluvias. Y es también el país en el que el profesor Víctor Maidana da clases prácticas de Ciencias Naturales a alumnos del sexto grado en una humilde escuela de Concepción, pero lo hace como voluntario, pues no tiene sueldo del Ministerio de Educación.
El nuevo gobierno debe definir mejor sus prioridades y deberá ser consciente de que el país ya no puede seguir perdiendo más tiempo sin invertir recursos y esfuerzos en la educación. Si no lo hacen, seguiremos siendo un país atrasado y con muy escasas posibilidades de acceder a un nivel óptimo de desarrollo y bienestar para la población.