El Covid-19 evidenció lo indispensable que es el proceso cultural para nuestra comunidad. En momentos donde millones de personas se encuentran físicamente separadas unas de otras, la cultura nos debe unir, construyendo vínculos y reduciendo las distancias que nos separa. La cultura debe servir de contención y apoyo a lo largo de este período de gran ansiedad y falta de certidumbre.
Según la RAE , la cultura “se entiende como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”
Aun debiendo tener la cultura como un soporte para superar esta crisis, debemos ser conscientes y reconocer que ésta también sufre las secuelas. Miles de creadores y artistas no logran llegar a fin de mes y peor aun, no consiguen proseguir con su actividad. Según me comentaron representantes de varios artistas nacionales, la pandemia trajo consigo un periodo de “súper” creatividad, pero con serias dificultades para implementarla. Por lo que tenemos que buscar alternativas para apoyarlos y facilitar acceso a los bienes y servicios culturales en el corto y mediano plazo.
Más que nunca, la ciudadanía necesita formar parte de este proceso cultural. La cultura nos hace más resilientes, mantiene nuestra esperanza, nos recuerda que no estamos solos.
Las acciones de RSE deben apostar a potenciar la cultura en Paraguay, apoyando la diversidad cultural, protegiendo nuestro patrimonio y proveyendo a nuestros artistas y creadores de unas condiciones laborales dignas, en este momento y una vez que hayamos pasado esta crisis mundial.
Apuntar a que la cultura sea accesible a todos y que se perfeccione en todos los ámbitos, sobre todo el digital. Buscando que las comunidades sin acceso a internet puedan tener acceso a la cultura, incluidas las comunidades indígenas. Se deberá complementar lo digital con el uso de herramientas analógicas, como, por ejemplo, las radios comunitarias. Buscar facilitar el acceso de los artistas al mercado internacional, a través de plataformas digitales u otras alternativas, y sobre todo a una remuneración equitativa por su trabajo. Con una de cada cinco personas empleadas en el sector de la cultura trabajando a tiempo parcial y generalmente con contratos temporales, como independientes o de forma esporádica debemos reflexionar sobre los marcos legales laborales y de protección social bajo los que operan nuestros artistas, y considerar seriamente las particularidades del oficio.
La instituciones públicas y privadas deben tomar esta propuesta, e iniciar acciones en sus comunidades. Hay talento, hay creatividad, solo falta que apoyemos su implementación.
La Economía y la Cultura se necesitan mutuamente hoy más que nunca.