La alegría de la Pascua

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Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 28:1-10.

El papa Francisco a propósito de la lectura de hoy mencionó: “Hoy, y durante toda esta semana, se prolonga en la liturgia, también en la vida, el gozo pascual de la resurrección de Jesús, cuyo evento admirable hemos recordado ayer. En la vigilia pascual resonaron las palabras pronunciadas por los ángeles junto a la tumba vacía de Cristo.

A las mujeres que se habían encaminado al sepulcro al alba del primer día, después del sábado, ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”.

La Resurrección de Cristo constituye el acontecimiento más sobrecogedor de la historia humana, que atestigua la victoria del amor de Dios sobre el pecado y sobre la muerte y dona a nuestra esperanza de vida un fundamento sólido como la roca. Lo que humanamente era impensable, sucedió: “Jesús de Nazaret (...) Dios lo resucitó, liberándolo de los dolores de la muerte”.

En este lunes “del Ángel”, la liturgia, con el Evangelio de Mateo, nos lleva cerca del sepulcro vacío de Jesús.

Nos hará bien ir con el pensamiento al sepulcro vacío de Jesús. Las mujeres, llenas de temor y de gozo, van corriendo a llevar la noticia a los discípulos que el sepulcro está vacío; y en ese momento Jesús se presenta ante ellos. Ellas “se acercaron, lo abrazaron los pies y lo adoraban”.

Lo tocaron: No era un fantasma, era Jesús vivo, con la carne, era Él. Jesús disipa de sus corazones el miedo y los anima aún más a anunciar a los hermanos lo que ha sucedido. Hoy, queridos hermanos y hermanas, resuenan también para nosotros las palabras de Jesús dirigidas a las mujeres: “No temáis; id y anunciad...”

Después de los ritos del triduo pascual, que nos han hecho revivir el misterio de la Muerte y Resurrección de nuestro Señor, ahora con los ojos de la fe lo contemplamos resucitado y vivo.

Y en Él también nosotros hemos resucitado, pasando de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad del amor. Dejémonos, por lo tanto, alcanzar por el consolador mensaje de la Pascua y envolver de su luz gloriosa, que dispersa las tinieblas del miedo y la tristeza.

(Frases extractadas de http://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2019/documents/papa-francesco_regina-coeli_20190422.html)

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