Por Sergio A. Noé Ritter
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Junto a varios sacerdotes españoles de la Compañía de Jesús -entre ellos Francisco de Paula Oliva, conocido como pa’i Oliva-, José Miguel Munárriz conformó desde la Iglesia Católica un frente de resistencia contra la dictadura de Alfredo Stroessner, cuya censura también se dirigía a la prensa.
En la década de 1960, Munárriz tuvo una valiente acción como redactor del semanario Comunidad y luego, como director de Sendero, ambos órganos de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP).
Militó en un periodismo crítico y social, que defendía los derechos humanos. Cultivó sus ideas bajo la línea de la Iglesia Católica, inspirada en las novedades de la época, tales como el Concilio Vaticano II (1962-1965) y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín, Colombia, en 1968.
La inmortal frase del papa Juan XXIII, que comparaba al Concilio Vaticano II con el “abrir las ventanas para que entre un poco de aire fresco en la Iglesia”, impactó profundamente en todo el mundo.
Esta renovación eclesial significó una mayor preocupación de la Iglesia hacia la sociedad. “La Conferencia de Medellín no le dijo nada nuevo a Munárriz, ya que él lo estaba aplicando y viviendo. Comprendió profundamente que la fe religiosa no es solamente para la otra vida, sino que es un compromiso que se inicia ahora en la Tierra”, afirma su colega, el pa’i Oliva.
Los enfrentamientos de Munárriz desde la prensa con la dictadura de Stroessner le valieron el exilio, tras ser detenido en la Semana Santa en 1976, previo arresto en el Departamento de Investigaciones.
Munárriz sufre la misma suerte que el pa’i Oliva, quien fue expulsado en 1969. Antes del destierro, Munárriz trabajaba como secretario de la CEP.
EDUCATIVO. El periodismo de rango universitario llega al país con los padres Oliva y Munárriz, quienes fundaron la Escuela de Periodismo en 1965, sentando así las bases de la actual carrera de Comunicación de la Universidad Católica.
La tarea educativa de estos jesuitas fue encarada desde la renovada visión de la Iglesia y de las nuevas recomendaciones de la Unesco y la Ciespal, las cuales exigían la profesionalización del periodismo en Latinoamérica.
Tras la expulsión de Oliva, Munárriz asume en 1969 la dirección de la Escuela de Periodismo, que funcionaba en el actual Colegio de Cristo Rey.
“Este cargo lo tomó con un interés enorme. Además, enseñaba Doctrina social de la Iglesia y otras materias de comunicación”, recuerda el pa’i Oliva.
En cuanto a su personalidad, el pa’i Oliva, que lo conoció de cerca, dice que Munárriz era “un hombre de gran vitalidad y energía, con un carácter fuerte. Tenía una gran sensibilidad social y humana”.
DESTIERRO Y VUELTA. En el exilio, Munárriz vivió en Venezuela y fue asistente teológico y pastoral en la Conferencia de Obispos Latinoamericanos de Puebla, en 1979.
Su vuelta al país se concreta con la caída de la dictadura, en 1989. Luego, retoma su tarea periodística a través de la revista Acción, medio de los jesuitas.
Munárriz también se desempeñó como director del Cristo Rey, entre 1992 y 1997. Asimismo, trabajó en el Instituto Superior de Estudios Humanísticos y Filosóficos (ISEHF).
En el Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch (Cepag) se dedicó a la investigación social y a la redacción de materiales. Igualmente ocupó un cargo en la Curia Provincial hasta el 2003. Finalmente, se tras- ladó a la comunidad Taita Roga, la enfermería de los jesuitas, para ser atendido por problemas de salud. Tras complicaciones respiratorias, falleció el 10 de julio de 2008, en Asunción.