La Iglesia chilena anunció ayer la creación de una unidad que se encargará de procesar denuncias de abusos y acompañar a las víctimas, con el fin de restablecer la confianza de los fieles en medio de la tormenta desatada por casos de pederastia.
La creación de la Delegación Episcopal para la Verdad y la Paz se enmarca en la política global del Vaticano destinada a dar un lavado de cara a la Iglesia, frente a la catarata de denuncias de abusos cometidos por religiosos que salieron a luz en varios países en los últimos años.
Para “enfrentar el daño producido por los abusos causados por miembros de la Iglesia en la diócesis, responder a las necesidades actuales y construir caminos para restablecer la confianza, el Arzobispado de Santiago determinó crear una nueva estructura para coordinar las denuncias”, señaló la entidad.
Asimismo, la unidad se encargará de “acompañar a las víctimas, realizar las investigaciones pertinentes y colaborar con las instituciones civiles en materias competentes”, agregó la misiva.
La nueva delegación regirá las labores de la Oficina Pastoral de Denuncias y el Departamento de Promoción de Ambientes Sanos. En el ojo de la tormenta y sumido en una profunda crisis, el clero chileno está viviendo una catarsis. El papa Francisco ha aceptado la renuncia a siete obispos, acusados de encubrir casos de pederastia cometidos por sacerdotes. AFP