El Arcángel Gabriel se aparece a los hombres para transmitirles la Palabra divina. Su nombre significa Servidor de Dios, y también Dios se ha mostrado fuerte. Se presenta siempre como portador de gratas noticias. Sobre todo, es el encargado por Dios para transmitir el más alegre de todos los mensajes: La Encarnación del Hijo de Dios.
Sus palabras son repetidas cada día incontables veces, en una alabanza a Nuestra Señora que ya no tendrá fin: Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres... le decimos también nosotros en la intimidad de la oración.
Cada criatura que viene al mundo trae consigo un designio divino. Por eso, los padres se sienten colaboradores de Dios y administradores de las fuentes de la vida, que les han sido dadas por Dios para que tengan muchos hijos en la tierra que le conozcan, le amen, le sirvan y puedan alcanzar la vida eterna. Ante la agresividad de propagandas antinatalistas, los padres han de ser responsables de su paternidad ante Dios, que frecuentemente les pedirá una familia numerosa, según lo permitan las concretas circunstancias personales y familiares.
El papa Francisco a propósito el Evangelio de hoy dijo: “Volviendo a la escena de la vocación, el evangelista nos dice que, cuando Jesús ve que Natanael se acerca, exclama: ‘Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño’. Se trata de un elogio que recuerda al texto de un Salmo: ‘Dichoso el hombre […] en cuyo espíritu no hay fraude’, pero que suscita la curiosidad de Natanael, quien replica sorprendido: ‘¿De qué me conoces?’. La respuesta de Jesús no se entiende en un primer momento. Le dice: ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi’.
Hoy es difícil darse cuenta con precisión del sentido de estas últimas palabras. Según dicen los especialistas, es posible que, dado que a veces se menciona a la higuera como el árbol bajo en el que se sentaban los doctores de la ley para leer la Biblia y enseñarla, está aludiendo a este tipo de ocupación desempeñada por Natanael en el momento de su llamada”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, Francisco Fernández Carvajal).