25 jun. 2025

Fiesta de la Presentación del Señor

Hoy meditamos el Evangelio según san Lucas 2, 22-40. La liturgia de hoy nos muestra a Jesús que va al encuentro de su pueblo. Es la fiesta del encuentro: La novedad del Niño se encuentra con la tradición del templo; la promesa halla su cumplimiento; María y José, jóvenes, encuentran a Simeón y Ana, ancianos. Todo se encuentra, en definitiva, cuando llega Jesús.

¿Qué nos enseña esto? En primer lugar, que también nosotros estamos llamados a recibir a Jesús que viene a nuestro encuentro. Encontrarlo: Al Dios de la vida hay que encontrarlo cada día de nuestra existencia; no de vez en cuando, sino todos los días. Seguir a Jesús no es una decisión que se toma de una vez por todas, es una elección cotidiana. Y al Señor no se le encuentra virtualmente, sino directamente, descubriéndolo en la vida, en lo concreto de la vida. De lo contrario, Jesús se convierte en un hermoso recuerdo del pasado. Pero cuando lo acogemos como el Señor de la vida, el centro de todo, el corazón palpitante de todas las cosas, entonces él vive y revive en nosotros. Y nos sucede lo mismo que pasó en el templo: Alrededor de él todo se encuentra, la vida se vuelve armoniosa. Con Jesús hallamos el ánimo para seguir adelante y la fuerza para estar firmes. (…)

El Evangelio también nos dice que el encuentro de Dios con su pueblo tiene un principio y una meta. Se parte de la llamada al templo y se llega a la visión en el templo. La llamada es doble. Hay una primera llamada «según la Ley» (v. 22). Es la de José y María, que van al templo para cumplir lo que la ley prescribe. El texto lo subraya casi como un estribillo, cuatro veces (cf. vv. 22.23.24.27). No es una constricción: los padres de Jesús no van a la fuerza o para realizar un mero cumplimiento externo; van para responder a la llamada de Dios. Luego hay una segunda llamada, según el Espíritu. Es la de Simeón y Ana.

También está resaltada con insistencia: Tres veces, refiriéndose a Simeón, se habla del Espíritu Santo (cf. vv. 25.26.27) y concluye con la profetisa Ana que, inspirada, alaba a Dios (cf. v. 38). Dos jóvenes van presurosos al templo llamados por la Ley; dos ancianos movidos por el Espíritu. Esta doble llamada, de la Ley y del Espíritu, ¿qué nos enseña para nuestra vida espiritual y nuestra vida consagrada? Que todos estamos llamados a una doble obediencia: A la ley –en el sentido de lo que da orden bueno a la vida–, y al Espíritu, que hace todo nuevo en la vida. Así es como nace el encuentro con el Señor: El Espíritu revela al Señor, pero para recibirlo es necesaria la constancia fiel de cada día. Sin una vida ordenada, incluso los carismas más grandes no dan fruto. Por otro lado, las mejores reglas no son suficientes sin la novedad del Espíritu: la ley y el Espíritu van juntos. Atendiendo al reciente aniversario de la fundación del Opus Dei, se extractará semanalmente preguntas y respuestas para conocer mejor a esta institución de la Iglesia Católica: (…) ¿En qué consiste la preparación previa a la incorporación al Opus Dei? R: Normalmente, la petición de admisión a la Prelatura está precedida por un tiempo de asistencia regular a medios de formación (retiros, clases, dirección espiritual), que permite conocer con hondura el Opus Dei.

También se recomienda el ejercicio estable de las prácticas cristianas que los fieles de la Prelatura se comprometen a vivir, como la frecuencia de sacramentos, la oración, el apostolado, y en general, el esfuerzo humilde y constante por adquirir las virtudes”. Asimismo, cada domingo extractaremos algunas frases de la Exhortación Apostólica Gaudete Et Exsultate del papa Francisco sobre el llamado a la Santidad en el Mundo Actual, que nos pueda ser útiles en este momento de pruebas (…) .A contracorriente (…) 72. Él dijo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11,29).

Si vivimos tensos, engreídos ante los demás, terminamos cansados y agotados. Pero cuando miramos sus límites y defectos con ternura y mansedumbre, sin sentirnos más que ellos, podemos darles una mano y evitamos desgastar energías en lamentos inútiles. Para santa Teresa de Lisieux «la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades».”

(Frases extractadas de http://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2019/documents/papa-francesco_20190202_omelia-vitaconsacrata.html, https://opusdei.org/es-es/faq/ y //www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20180319_gaudete-et-exsultate).