Nada en realidad se destruye, todo se transforma, como cuando los Bacchettas pasan a manejar la puerta giratoria de la Justicia, controlando el acceso y la salida de los jueces. El mensaje para muchos ahí es que los expedientes estarán a buen resguardo porque el titular del jurado ignora, por ejemplo, que su hijo es el abogado de una de las empresas del ex presidente que está siendo investigado por la actual administración.
La lucha por los expedientes es feroz. De ellos depende que sean procesados como Cárdenas o que evadan por el momento algunos. En estos primeros 100 días el espectáculo estuvo en ver quiénes eran linchados por los escrachadores, los dislates de Cubas o las acciones tímidas de la Justicia. Casi nadie ha tenido tiempo de mirar la gestión de Abdo severamente cuestionado por sus viajes al exterior cuando en el mismo tiempo su antecesor le duplicó en salidas. Son también los expedientes de muchos de los nombrados por el actual presidente los que le pasan la factura como el caso de los dos Velázquez o el mismo Nicanor, cuyo comportamiento presidencial desde Yacyretá preanuncia una salida tan rimbombante como la que tuvo Nancy Ovelar del MEC.
Se les mueve el piso a varios porque este presidente ha dejado bailar a muchos a su propio ritmo, que se constituye en el principal peligro para los danzarines. Nunca saben hasta cuándo podrán estar en un gobierno que vino con la idea clara del “caiga quien caiga”. La presión ciudadana no ceja y en el Congreso pretenden abroquelarse en Diputados en una ley de autoblindaje que desnuda las terribles deficiencias de este cuerpo legislativo en materia de conocimiento constitucional básico.
Forzado por las presiones internacionales, hay una nueva propuesta de cambios en los mecanismos financieros de control y se viene una nueva reforma tributaria que pone en vilo a los sojeros que son capaces de todo para evitar que le incrementen lo poco que tributan y el tremendo impacto social y económico que tienen. Las piezas se están moviendo en dirección a un marzo de nuevo crucial. La oposición cartista se jugará todo para evitar que los expedientes de su administración les cueste más bajas y que, finalmente, presionado por estos hechos, el propio Cartes definitivamente retorne a sus negocios o al club Libertad, que como ironía también era el que seguía Stroessner y que en el departamento de Investigaciones –donde me mantuvieron detenido hace 30 años– gozaba de muchos seguidores, entre ellos mi interrogador: el abogado Alí.
Hay que seguir las huellas de los expedientes y hay que hacerlo pronto antes de que la platea se canse de un espectáculo donde tenemos simuladores, pillos, jodidos y corruptos dispuestos a abroquelarse y obrar en conjunto. Clave la Fiscalía y el Poder Judicial, pero por sobre todo la ciudadanía, que no debe dejar de presionar para que los expedientes que se salvaron de la destrucción condenen a sus responsables. Y eso será un gran inicio para este gobierno.