15 may. 2025

Escuelas emprendedoras

Escuelas de Argentina, Chile, México y Colombia están apostando también a la creación de empresas como mecanismo de diferenciación.

Por Rodrigo Díaz
Una cosa es enseñar negocios. Otra es hacerlos. No obstante, las escuelas de negocios de América Latina están abordando ambos desafíos de manera de transformarse en plataformas para crear valor. Mire, si no, el ITAM, la escuela mexicana que por segundo año consecutivo lidera nuestro ránking de las mejores escuelas de negocios de América Latina: en sus aulas se han creado 52 empresas, entre las que destaca Cinemex. Y tiene además en su haber 16 patentes de innovación.
No es el único caso. Escuelas de Argentina, Chile, México y Colombia están apostando también a la creación de empresas como mecanismo de diferenciación. Una de las escuelas que han llegado más lejos en este objetivo es la chilena Universidad Adolfo Ibáñez (UAI): en 2007, creó 25 empresas. Y, a través de su incubadora Octantis, lleva 65 firmas creadas y 22 patentes industriales registradas. Lo propio han hecho el Iteso de Guadalajara (62 empresas), la red de escuelas mexicanas Egade (60), la chilena U. del Desarrollo (50), la paraguaya U. Americana (46), y las colombianas U. del Externado (40) y de los Andes (37).
En las Egade también se enfocan en el escalón superior en la etapa de desarrollo de las compañías. “En nuestra aceleradora ya tenemos unas 60 empresas gacelas, como llamamos a las pymes que consiguen tasas de crecimiento anual de 20%", dice Antonio Diek, decano de la Egade de Monterrey. “El presidente Calderón nos ha pedido 100, así que esa es nuestra meta”. Algunas incluso invitan a sus alumnos a financiar los planes de negocios que consideran buenos.
Los casos vienen de todos lados. “Nosotros estamos trabajando muy fuerte con nuestra incubadora”, dice Rafael García, coordinador del Centro de Emprendimientos Tecnológicos de la Universidad ORT. “Uruguay necesita emprendedores con urgencia, y nosotros estamos haciendo nuestro aporte en esto”.
CASOS EMBLEMÁTICOS. La vocación emprendedora de las escuelas latinoamericanas sigue el ejemplo de varios casos emblemáticos. Como cuando, en los 30, el profesor Frederick Emmons Terman, del departamento de ingeniería eléctrica de Stanford, convenció a dos de sus ex estudiantes, William Hewlett y David Packard, para que formaran una empresa con él. El resultado fue una pequeña compañía llamada Hewlett-Packard.
Muchos casos le siguieron. La actividad empresaria de Stanford no sólo ha significado reconocimientos. Según la Office Technology Licensing de Stanford, hasta 2006 esta universidad californiana había recibido US$ 1.090 millones por pagos de licencias.
Por su parte, Yale recibió entre 1997 y 2006 unos US$ 210 millones en royalties por patentes. La mayoría de ellas fueron farmacéuticas y una de las más rentables ha sido Zerit, una de las drogas del cóctel medicinal contra el sida.
El emprendimiento de las escuelas de América Latina está lejos de estos casos: las 391 empresas que se han creado en la región suman apenas ventas estimadas de US$ 150 millones. No obstante, los esfuerzos apuntan a incrementar esa cifra lo más rápido posible. Para eso, algunas están apostando a la realización conjunta de proyectos con escuelas de ingeniería y diseño industrial, de manera de acercar la innovación y tecnología, por un lado, con la mentalidad mercantil de los estudiantes de negocios.
La Egade del Campus Zona Centro tiene los laboratorios de la Escuela de Ingeniería en el edificio que está justo al frente de la Escuela de Negocios. “Para que conversen entre ellos... a ver si sale algo”, dice María Fonseca, directora de la Escuela del Campus Zona Centro. La argentina IAE, en cambio, está instalando un parque tecnológico frente a su escuela, que está a unos 50 km de Buenos Aires, todo un esfuerzo inmobiliario que ya cuenta con un edificio y otro a medio terminar (de un total de cuatro).
En la misma dirección camina la colombiana Uniandes. “Creamos el proyecto Zonna entre las escuelas de negocios, ingeniería y diseño”, dice Luis Bernal, director del Programa MBA. Y ya tienen una patente a su haber. La chilena UAI apunta más lejos. “Estamos armando -dentro de la escuela de negocios- un laboratorio de investigación en el subterráneo, al lado de la incubadora”, dice Ramón Molina, director del MBA de la UAI. “Para que de las conversaciones de pasillo surjan ideas que se conviertan en patentes y luego en negocios”.
La transformación que están protagonizando estas escuelas forma parte de una visión que apunta a que los MBA ya no son sólo programas atractivos para colocar habilidades gerenciales en el mercado. Ahora también pueden ser útiles para apalancar la investigación científica y la innovación tecnológica por medio de la creación de empresas que impulsan la creación de valor agregado en sus respectivos países.
PRODUCCIÓN ACADÉMICA. Pero el éxito empresarial no es el principal argumento que están usando las escuelas para competir por atraer a más y mejores alumnos a sus clases. Su mayor esfuerzo apunta a construir un faculty, un cuerpo de profesores, de primer nivel, e incrementar su producción de conocimiento de alta calidad.
En total, la producción intelectual de las escuelas de negocios suma en los últimos cinco años más de 500 papers ISI (y casi 2.000 artículos publicados en otras bases). En esta área, la escuela de negocios latina que posee el mayor índice de producción intelectual es el ITAM, seguido de la U. Adolfo Ibáñez y el Incae.
El desafío ahora es mejorar la calidad de la investigación. Aunque está subiendo la capacidad para evacuar papers ISI, la relevancia de estos documentos -medida por la cantidad de citas que estos artículos tienen de otros académicos- es baja. Gran parte de ellos no son referencia para nuevos trabajos. De hecho, los mejores papers publicados por académicos signados en escuelas de negocios latinoamericanas alcanzan categoría beta. Ninguno alfa.
NUEVAS IDEAS. Esta carrera de conocimiento demanda mucho tiempo y esfuerzo. No obstante, aumenta el prestigio de las escuelas, el de los profesores en el exterior y el reconocimiento por parte del resto de las escuelas.
Por ello, las escuelas están invirtiendo en capacidad para hacer investigación. De hecho, los profesores que han sido contratados por las escuelas en el último tiempo se llevan un 64,5% del total de citas ISI.
El mejor indicador para saber cómo está hoy la investigación de las escuelas son papers aceptados pero aún no publicados (forthcoming). Lidera en este aspecto la Universidad Adolfo Ibáñez, con 13 trabajos en la puerta del horno, seguida muy de cerca por la U. de Chile, con 12; más atrás, el Incae, con 8, la PUC de Chile, con 7, la Uniandes y la U. Torcuato di Tella, ambas con 5.
No todos están en la misma campaña. La mexicana Ipade, una de las más prestigiosas de su país, reconoce que sus esfuerzos van por otro lado. “Nosotros no estamos enfocados en la producción de papers ISI”, dice Rafael Gómez, director del MBA del Ipade. “Ninguna escuela latinoamericana está haciendo un breakthrough en términos investigativos”.
Los esfuerzos del Ipade están enfocados en tener un faculty muy lleno de experticia en el mundo de los negocios. Pero el Ipade también está invirtiendo en la formación académica: nueve de sus profesores se están doctorando en el exterior. No es la única. La FGV de São Paulo tiene 26 en proceso, la U. de Chile 14, la Egade Campus Zona Centro, el ITAM, el ITESO 13 y la U. de Palermo 11.
Por su parte, las escuelas brasileñas muestran una producción intelectual impresionante en volumen. Sin embargo, “son pocos los académicos de negocios en Brasil que publican en ISI” dice María José Tonelli, vice-directoria Académica de la FGV-EAESP.
De hecho la mayoría lo hace en publicaciones locales o en journals que no están indexados a la base ISI, lo que se explica, en parte, por las altas exigencias que tienen los profesores en Brasil para hacer clase en posgrados y que los obliga a estar permanentemente acreditados.
En todo caso, si bien las brasileñas en general no destacan por sus altos grados de internacionalización, la FGV de São Paulo es la escuela más globalizada de la región con convenios vigentes en los 5 continentes.
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El mejor indicador para saber cómo está hoy la investigación de las escuelas son papers aceptados pero aún no publicados (forthcoming).