El oprobioso y traumático parto de una joven en el piso de la sala de Urgencias del Hospital Nacional de Itauguá (HNI) pone en evidencia no solo el precario sistema de salud pública, sino que destapa el deshumanizado ambiente en que se está formando a los médicos residentes.
Desde el Sindicato Nacional de Médicos atribuyeron ese hecho, justamente, a la sobrecarga laboral a la que están expuestos los profesionales de blanco, principalmente quienes realizan sus primeros pasos en la Medicina.
La carga laboral excesiva en los centros asistenciales, en efecto, es uno de los puntos críticos revelados por una investigación llevada a cabo por el Círculo Paraguayo de Médicos (CPM), junto a un grupo de residentes.
“Estamos bajo un régimen laboral con carga horaria excesiva y de mucha intensidad donde se nos explota y que la mayoría de las veces no nos permite realizar nuestras actividades formativas, incumpliendo de esta forma lo que establece el programa formativo de cada especialidad”, expresó un médico residente que accedió a hablar con ÚH, pero que prefirió reservar su identidad en el anonimato.
Un médico residente –explicó– inicia su jornada laboral a las 07:00 y termina su guardia al día siguiente a las 12:00. Esto es lo que establece el “contrato beca” que firman con el Ministerio de Salud, a instancias de la Comisión Nacional de Residencias Médicas (Conarem) y que tiene como “horario normal” de 07:00 a 17:00; a excepción de las guardias, que continúan hasta el día siguiente al mediodía.
“Esto se da generalmente cuando uno inicia la residencia, lo hacemos cada tres días. Si mi guardia me tocaba el lunes, el jueves me toca nuevamente la guardia de 29 horas. El problema es que muchas veces no se cumplen esas 29 horas y el residente se queda hasta más tiempo; hay residentes que se quedan hasta las cinco o siete de la tarde; incluso puede llegar hasta las diez de la noche”, relata otro residente al señalar que el proceso de especialización médica se reduce a tareas asistencialistas y no formativas.
“Nuestras tareas formativas son mínimas, no siguen una ruta formativa como tal, algunas residencias médicas ni siquiera cuentan con un programa académico que oriente el desarrollo de un perfil de egreso, competencias, estratégicas de aprendizaje, plan de estudios, tiempos y formas de evaluación”, refiere sobre su experiencia y lo que pudieron rescatar en el estudio realizado con el Círculo de Médicos, cuya copia –hasta hoy– duerme en algún armario del Consejo Nacional de Educación Superior (Cones).
Y al unísono, coinciden: “Si exigimos salir en el horario que nos corresponde o denunciamos alguna irregularidad estamos sujetos a persecuciones, amedrentamientos y maltratos sobre todo verbales que terminan afectándonos mentalmente”.
En febrero de 2022, el gremio médico acercó estas irregularidades al Cones para que tome cartas en el asunto. La semana pasada, los médicos reimpulsaron estas denuncias ante el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC). “La sobrecarga laboral no es tanto por el horario. Si un jefe de planta está de vacaciones, el que cubre ese agujero es el residente, quien muchas veces tiene que estar tomando decisiones como si fuera ya un médico recibido y un jefe de servicio, cuando deberíamos de estar supervisados y tutorizados”, remata uno de los residentes entrevistados.
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“La jornada laboral excesiva, que es inconstitucional, más la intensidad de las labores y la sobrecarga de demanda, todo eso arrastra al residente a una afectación síquica y a un desgaste físico”.
Anónimo, médico residente.
“Médicos tienen que estar de guardia como las enfermeras”
Desde el sector de Enfermería suscriben que es cierto que a los médicos residentes se les deja muchas veces asumir responsabilidades que escapan aún a sus competencias.
“Hay un médico de planta del staff que es el responsable de estos médicos. Y son los jefes o superiores quienes le hacen al residente asumir muchas cosas que todavía no son sus responsabilidades”, refiere una enfermera al preferir también el anonimato.
“La atención de la salud no tiene que recaer en los médicos residentes porque ellos están en proceso de formación”, enfatiza.
Sobre lo ocurrido recientemente en el Hospital Nacional de Itauguá (HNI), señala que el eslabón más débil es el sector de Enfermería.
“Se le acusa directamente a la enfermera sin mirar la cadena de mando que hay dentro de esa estructura; porque la enfermera no puede ordenar la internación, sino que solicita al médico la evaluación del paciente para que pueda inmediatamente ser asistido, ya sea en la sala de parto o en otro lugar”, indica.
Sin embargo, son los enfermeros los que siempre tienen que golpear la puerta de la pieza donde duermen los médicos de guardia, incluidos los residentes. “Los médicos tienen que estar tan de guardia como las enfermeras. El médico es un servidor público igual que el enfermero. Se debe cambiar ese modelo de que el enfermero debe ir a despertarles a los médicos para que reciban a los pacientes. A mí me ha tocado retirar los resultados de un estudio laboratorial y llevarle a la pieza al médico que estaba descansando”, relata.