09 feb. 2025

Entre tigres, aviones y guerra en el Chaco

la tigresa

La llamaban La Tigresa. Según algunas versiones, porque cazaba tigres. Osvaldo Codas afirma que fue todo lo contrario: “Ella rescataba y protegía a los tigres ante el peligro del exterminio. Tenía varios especímenes en su propiedad y la acompañaban como mascotas. Fue también una pionera del ambientalismo”.

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Hilda Ingenohl era hija de un comerciante alemán de Bonn, aunque nació en París, Francia, en 1889. Estudió música en Leipzig, con el gran maestro húngaro Arthur Nikisch. Se alistó como enfermera en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Aprendió a pilotar aviones en la École Militaire, la Escuela Militar de Francia, donde conoció a un joven Antoine de Saint Exupéry, relación que se mantendría en el tiempo.

PARAGUAY. Tras el final de la Primera Guerra Mundial, Hilda viajó a Montevideo, Uruguay, invitada por su amiga Grete Goetsch, quien era esposa del embajador alemán para Uruguay y Paraguay.

Hilda se dedicó a viajar por países de América del Sur, relacionándose con artistas, intelectuales y gente de mundo de la medicina. Aceptó ser directora del Hospital Alemán en Rosario, Argentina.

En 1925 llegó por primera vez al Paraguay, para visitar a sus parientes, los Weiler, dueños del Hotel del Lago en San Bernardino. Quedó encantada con el lugar y decidió adquirir una propiedad de 200 hectáreas junto al Lago Ypacaraí, en la zona del ex hotel, donde hoy funciona el Centro Residencial de Adultos Mayores del Instituto de Previsión Social (IPS).

MÚSICA. “Todos recuerdan a Hilda como una mujer excéntrica, amante de los aviones, los animales y la música”, narra Osvaldo Codas, uno de los principales investigadores sobre su historia.

Daba clases de música a niños y jóvenes de San Bernardino y llegó a formar una orquesta sinfónica, que ofrecía conciertos en el Hotel del Lago y en las playas de Sanber.

“Se hizo muy amiga del gran maestro Remberto Giménez, a quien donó su piano de cola, que hoy se conserva en la Escuela de Música Remberto Giménez, de Itá", relata Osvaldo.

Decidió que la Torre Norte del Hotel del Lago sería su residencia más querida y allí recibió en dos ocasiones a su amigo Antoine de Saint Exupéry, durante largos días. Solo las paredes conocen los detalles de lo que pasó allí.

Cuando estalló la Guerra del Chaco (1932-1935), Hilda fue a alistarse como aviadora, pero por su edad madura (tenía 43 años) la enrolaron como enfermera.

Ayudó a curar a muchos soldados paraguayos y compartió el dolor de ese pueblo que aprendió a amar. Luego regresó a Bonn, Alemania, donde murió en 1953.