23 abr. 2024

“En Paraguay se deben fortalecer las instituciones para evitar el populismo”

Armando Briquet y Alejandro Narváez, politólogos venezolanos, dictaron una charla sobre el peligro que representa el populismo para la democracia. Afirmaron que Paraguay debe fortalecer las instituciones.

Análisis. Ambos consultores fueron invitados por la Fundación Feliciano Martínez para participar de un conversatorio.

Análisis. Ambos consultores fueron invitados por la Fundación Feliciano Martínez para participar de un conversatorio.

Los estrategas y consultores políticos Armando Briquet (AB) y Alejandro Narváez (AN), ambos de nacionalidad venezolana, hablaron con ÚH sobre los alcances y el auge del populismo en América Latina, y el peligro que esto representa para las sociedades. Coincidieron que el descreimiento hacia la clase política facilita la aparición de sistemas populistas que a veces se transforman en autoritarismo.

–¿Por qué el populismo es una amenaza para la democracia?

–AN: El populismo llega en un momento en el cual la democracia tenía una gran deuda en resolver el tema de la desigualdad, y en resolver la pobreza. Quizás como una reacción a eso aparece el populismo. Pero el populismo no es una ideología, es una forma de llevar el gobierno, y una de las grandes amenazas que tiene el populismo es cuando deja de tener sustento, bien sea por la vía económica o la popularidad gira al autoritarismo; busca permanecer en el poder, rompiendo las reglas de la democracia.

–¿Por qué en algunos países estos proyectos surgieron exitosamente y en otros no?

–AB: Hay muchas causas que hacen que el populismo sea una realidad en varios países latinoamericanos. En algunos casos son las fallas en el sistema, fallas a nivel económico y a nivel social. Ese es el hervidero para que las propuestas de carácter populista tengan una resonancia en la población. Ellos tratan de llegar al poder con la combinación de un líder carismático que finalmente termina siendo un líder demagógico, cuando que en realidad tiene que haber una planificación y unas políticas públicas ordenadas para que el sistema genere estabilidades.

–¿Qué podrían hacer los partidos políticos paraguayos para evitar caer en la tentación del populismo?

–AN: Lo primero que hay que hacer es entender la dimensión del problema. No tenemos nada en contra de lo popular; la popularidad es buena, los gobiernos con una amplia base de sustento son importantes, pero el populismo lo que hace es la distorsión a ese problema que no trae la solución a la queja de la ciudadanía. No hay que permitir que el populismo llegue al Gobierno.

–AB: Tienen que fortalecer sus equipos técnicos a la hora de presentar políticas públicas serias. Tienen que fomentar que exista una educación y una preparación de las personas que ellos aspiran a gobernar. Mientras más educados estemos, habrá menos posibilidades de que seamos engañados por políticas y propuestas que son inmediatistas y no resuelven nada porque generan aún mayores problemas.

–¿Y cómo se evita eso?

–AN: Y ahí es donde entran las reglas de la democracia. Lo interesante es utilizar herramientas profesionales y coherentes de hacer campaña que permita al resto luchar democráticamente y vencerlos. Se debe ejercer un liderazgo de una manera seria y responsable, que te permita vencer al populismo. Y también es necesario fortalecer las instituciones en el Paraguay. A nuestras democracias y a los ciudadanos nos encanta acabar con las instituciones porque determinada persona que está ahí no está cumpliendo, o por un acto de corrupción, pero el responsable no es la institución sino esas personas. Hay que tener la capacidad de castigar a los culpables y cambiar a los culpables para fortalecer la institucionalidad.

–¿Cuánto tiene que ver el deterioro de la clase política y el hartazgo ciudadano para el auge del populismo?

–AN: Sin duda es una consecuencia. El populismo no es el origen del problema, es consecuencia de un problema que existe en una clase política que no está representando a un pueblo.

–AB: Una característica del populismo es siempre encontrar un enemigo que es culpable de la situación que están padeciendo los ciudadanos. Muchas veces, el populismo le echa la culpa a la clase política y a las élites, otras veces le echa la culpa a unos enemigos externos como el imperio, las trasnacionales. No hay un reconocimiento de la clase gobernante de que ellos tienen la culpa de las desigualdades sociales y de la falta de planificación. Una de las cosas que tenemos que ver con miedo es siempre cuando un líder trata de echarle la culpa a terceros y no asume la suya.

–¿Hay populismos que pueden ser considerados buenos para la democracia?

–AB: Finalmente el problema no es tener políticas o propuestas que estén relacionadas con la solución de los grandes problemas de la gente, más bien ese es el objetivo; como políticos tienen que plantear soluciones, pero cuando esa solución no tiene análisis ni planificación para que se torne sostenible en el tiempo, ahí está el problema, ahí se le miente a la gente. Una vez que se haga una propuesta populista pero sustentada en un análisis técnico y genere productividad, no es populismo, sino es solución de los problemas. Populismo es cuando se juega a la manipulación.

–¿El resurgimiento de ideologías totalitarias como el marxismo es consecuencia del auge populista o la demostración más palpable del fracaso de las democracias en el mundo?

–AN: El resurgimiento de esos extremos son heridas mal curadas. Como seres humanos somos capaces de muchas cosas. Es muy importante que la política sea un sistema de conversación. En el mundo de la política nos dedicamos a ir hacia adelante y nos olvidamos de chequear parte de ese camino. Yo no creo que la democracia sea un fracaso, la democracia es el mejor sistema de gobierno.

–¿Qué podría hacer la sociedad para ponerle límites a los populistas y defender la democracia?

–AB: Primero organizarnos. Las sociedades organizadas están más preparadas para defender sus derechos y defender la claridad de las políticas públicas de las ofertas electorales. Lo segundo es aprender de los errores que otras naciones han tenido. Un ejemplo claro y latente es Venezuela. También nunca ceder los espacios. No dejar de votar.

–¿Cómo ven a Paraguay?

–AN: Creo que lo importante de la sociedad paraguaya es que ha aprendido de la situación venezolana, han sido solidarios con ellos. Y que esperemos que a partir de ese ejemplo no caigan nunca en ese tipo de propuestas.


Los partidos políticos deben fortalecer sus equipos técnicos a la hora de presentar políticas públicas.
Armando Briquet,
estratega y consultor.

La sociedad paraguaya ha aprendido de lo que pasa en Venezuela y esperamos que nunca pasen eso.
Alejandro Narváez,
politólogo y consultor.

Perfiles
Armando Briquet es un consultor político y estratega, además de abogado. Posee experiencia en asesoramiento de procesos electorales en varios países de Latinoamérica. Fue jefe de investigación y estrategia del comando Simón Bolívar durante la campaña presidencial de Henrique Capriles en el 2013.
Alejandro Narváez es politólogo y magíster en Gerencia Pública. Especialista en estructuración y formación de equipos en campañas electorales con gran experiencia en América Latina. Actualmente es coordinador operativo de Voluntarios Por Venezuela.

entrevista a Armando Briquet y Alejandro Narváez, politólogos venezolanos

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