El niño y la garza: Una fantasía que interpela la realidad

El cineasta japonés Hayao Miyazaki vuelve a desplegar en la pantalla grande su universo fantástico, con un relato que divierte, emociona e interpela.

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La película El niño y la garza del Studio Ghibli se encuentra en exhibición en los cines locales.

Foto: Internet.

Luego de 11 años la cartelera de cine presenta una producción del Studio Ghibli.

El consagrado cineasta japonés Hayao Miyazaki canceló sus planes de retiro y se abocó a producir una nueva historia como solo él sabe hacerlo.

La cinta de dos horas y cuatro minutos otorgó hace unas semanas al Studio Ghibli su primer Globo de Oro, en la terna de Animación y es tenida en cuenta como posible nominada en la categoría equivalente del Oscar.

La cinta escrita y dirigida por Miyazaki presenta a Mahito, un niño de 12 años que tras enfrentar una cercana pérdida se muda a otra ciudad. En su nuevo hogar, el niño se cruza con una garza que habla, que lo conduce a explorar una torre abandonada que lo llevará a una fantástica aventura.

El niño Mahito, de 12 años, es el protagonista de la película escrita y dirigida por el cineasta japonés Hayao Miyazaki.

Foto: Internet.

La pantalla grande se confunde con un lienzo en el que aparecen paisajes que provocan deleite y dada la belleza invitan a explorar los detalles.

Sobre estos paisajes, en su mayoría estáticos, los personajes se desplazan con la gracia de sus trazos.

La naturaleza está presente en gran parte de la película tanto como escenarios o a través de personajes. Los alimentos en escenas no podían faltar. Cocinar se vuelve un ritual en el que el espectador participa al mirar encantado.

Si por un lado los escenarios deleitan, por el otro, algunos personajes cautivan y otros molestan.

Mahito evoca aquel ímpetu infantil y desprendido de cualquier noción de peligro, esa incesante curiosidad que conduce a descubrir sin saber de consecuencias o limites como el tiempo.

Otros personajes encarnan protección, en sus actos dan muestras de prudencia, coraje, inocencia y ambición.

El niño y la garza cuenta con una variedad de cautivadores personajes.

Foto: Internet.

Los trazos, las vestimentas, las facciones y rasgos de cada uno representan a cabalidad la personalidad de personajes que provocan desde ternura hasta asco.

La intención de Miyazaki era no develar la sinopsis y tampoco dar a conocer algún adelanto gráfico. Esta reserva quizás sea porque El niño y la garza describa la fantasía, de un modo que no se desliga de la realidad, al abordar aspectos propios de la vida como la muerte.

La jornada de Mahito lo conduce por senderos de dolor, tristeza y desconcierto; lo invita a navegar olas de miedo, rabia y decepción; lo lleva a descubrir el coraje y la satisfacción.

Para el público, interpelarse se vuelve inevitable.

Aquella que puede ser la última película del animador de 83 años, por un lado, presenta un mundo tan fascinante que despierta ganas de explorar sus paisajes, deleitar sus alimentos y convivir con sus personajes; y por otro, planta en la realidad semillas de inquietud, cuestionamientos sobre el desempeño durante la jornada terrenal, la construcción de un legado, su cuidado y posterior conservación.

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