Pero la realidad indica que los próximos años serán aún muy duros. Hay que ajustar la estrategia para navegar en estas aguas inciertas. Al final, la responsabilidad de los empresarios está en el ámbito de lo concreto, no puede basarse en las opiniones de nadie, sino en su propia gestión.
Hoy el rey es el “efectivo”. Para eso, indispensable es convertir todo activo no necesario en caja. Cualquier persona o empresa tiene activos no productivos, muchos de estos en forma de inmuebles que no hacen a la operativa del negocio. Todavía el mercado inmobiliario mantiene “altos precios conceptuales”, pero en el futuro, con la inmensa oferta de proyectos en construcción y megalanzamientos anunciados, necesariamente afectará para abajo el precio de los inmuebles. Ello, porque la oferta agregada supera ampliamente la capacidad de compra del consumidor final.
Ahora salen negocios, pero los pagos no acompañan. La cadena de cumplimientos está muy atrasada, se extienden los periodos de cobro a perder de vista. En un país con mucha informalidad donde no se acostumbran a firmar contratos entre partes, ni se conforman apropiadamente las facturas de los bienes entregados, se convive con un riesgo de carecer de instrumentos jurídicos de cobro. Es el momento de documentar bien todo lo que se hace. El modus operandi anterior al Covid ya no se aplica, pues el riesgo sistémico es mucho mayor ahora, cuando uno puede financiarse con la caja del otro se aprovecha. También hay que introducir la práctica de evaluación a los proveedores en sus cumplimientos y a los clientes en sus periodos de pagos y costos adicionales para atenderlos. Como está el mercado, hay que evaluar sistemáticamente toda la cadena.
La SET impone que los sistemas contables utilicen el método “promedio ponderado histórico” del costo de adquisición de las mercaderías, pero esta práctica subestima el costo real porque el inventario adquirido en los últimos años es muchísimo más caro que antes de la pandemia. Por ejemplo, en el último año el costo promedio de las importaciones en Paraguay aumentó en dólares un 23%. Aunque sea gerencialmente, hay que volver al método FIFO para mostrar la rentabilidad real. Lo ideal es anticiparse y vender lo más rápido posible lo que costó caro, antes que los precios vuelvan a bajar debido a la recesión; el aumento de oferta; y el contrabando.
La administración del inventario es un indicador crítico en estos periodos de gran volatilidad, y su costo total debe incluir el componente de intereses devengados para financiarlo. Esto no es menor, puesto que cada vez está siendo más caro financiarse tanto para el sector privado cuanto para el sector público. Y las tasas van a continuar así por un buen rato.
Antes del Covid, el objetivo de las cadenas de valor era producir lo más barato posible, hoy el foco está en la fiabilidad, el precio perdió importancia sobre el poder cumplir las entregas y la calidad esperada. Hay que ajustar la estrategia de las empresas para tal importante cambio de prioridades del mercado.
Es evidente que el partido aún no tiene claros ganadores, pues permanecer en el mercado es una carrera de resistencia con énfasis en una excelente gestión.