Con la ansiedad y el miedo que estamos viviendo con el “maldito” causando estragos, estamos aprendiendo algunas asignaturas que, sin duda, las hemos dejado para “febrero” o para “otro que se ocupará de este asunto”.
El problema parece que no es nuestro. No tenemos conciencia y responsabilidad de cuidarnos unos a otros. En estos días, observando nuestro río Paraguay, en sus niveles tan bajos pude ver con preocupación, muchas ruedas viejas, que fueron lanzadas al agua quedando allí como criadero de mosquitos.
¿Por qué cuando llueve nos desembarazamos de nuestra basura, lanzándola a los raudales? Contaminamos nuestro entorno, nuestros cauces de agua, hasta que todo se transforma en un gran basural.
Si algo estamos aprendiendo es que lo que hacemos repercute en el barrio, en la ciudad, en el país, en el mundo y… ¡en nuestra propia casa!
Muchas empresas lanzan sus desechos a nuestros arroyos y cursos de agua, hasta que todo queda podrido. ¿Qué pasó de nuestro lago azul de Ypacaraí? Terminó siendo azul solo en la guarania.
Del dengue ya nos olvidamos, aunque sigue allí. Ahora estamos asustados por este virus que también está matando, extiende sus dominios y golpea a todos los que compartimos el mismo cielo. El planeta es nuestro y no nos ocupamos de cuidarlo, sino de sacarle provecho a la tierra que nos alimenta, nos da trabajo, purifica nuestra atmósfera y siempre podrá estar allí para nuestros hijos y nietos.
¿Qué tiene que ver la empresa con todo esto?
Mucho. La empresa también contamina con sus distintas actividades. Pocas están preocupadas en dónde tiran sus desechos. Son contadas las que separan lo orgánico y lo entierran para enriquecer la tierra y destinan lo reciclable a empresas encargadas.
Es tan importante este tema que debemos:
Concientizar a nuestra gente a separar la basura orgánica de aquella que se puede reutilizar y reciclar, en el lugar de trabajo y en sus casas.
Tener una persona contratada en la empresa para que se ocupe de ordenar y separar para la venta lo que tiene valor (plásticos, cartones, papeles, vidrio, tapitas).
Crear una cuenta especial para destinar estos fondos, que además de pagar el salario de la persona encargada, pueden ser donados a los empleados, en casos de emergencias o de alegrías por nacimiento.
Desde la empresa podemos dar vuelta esta realidad.
Sé que a los empresarios nos preocupa la última línea del balance, y nos abocamos a ello porque sin ganancias, no hay crecimiento ni futuro, pero estas recomendaciones son una apuesta al porvenir para que la basura bien tratada, sea un bien que dé vida, salud y bienestar a muchos.
Vivimos bajo un mismo cielo.
A cuidarnos todos.