24 dic. 2025

El maestro Lara Bareiro ya descansa en su amada tierra

Los restos de Carlos Lara Bareiro arribaron ayer, tras 30 años de vivir en el exilio y a 20 de su muerte en Buenos Aires. En Paraguay será recordado por su rica obra musical y su integridad ética y moral.

Carlos Lara Bareiro nació el 6 de marzo de 1914. Fue uno de los mayores maestros de la música que tuvo el país y un gran compositor lírico paraguayo. Durante su vasta carrera compuso un número limitado de melodías sinfónicas, aunque de extraordinaria riqueza musical.
Fue definido por los especialistas como uno de los grandes transformadores de la música paraguaya, un “maestro de maestros”, que se destacó durante las décadas del 40 y el 50, debido a su alta formación académica musical, solo comparada con el gran Remberto Giménez, quien fue uno de sus formadores.
El mayor legado musical dejado por Lara Bareiro, además de sus composiciones, fue la creación de la Orquesta Sinfónica de la Asociación de Músicos del Paraguay, en 1951, a su retorno del Brasil, donde hizo un doctorado en música. Fue presidente de esa asociación por tres periodos consecutivos.
Los inicios musicales del gran maestro fueron alentados por su propio padre, Juan Carlos Lara Castro, al ingresar a la Banda de Músicos de los Boys Scouts, que estaba dirigida, de hecho, por su progenitor.
En 1932, antes de ir a estudiar a Río de Janeiro, formó parte de la Banda de Música de la Policía de la Capital y, posteriormente, del elenco estable del Ateneo Paraguayo.
El maestro también puso los cimientos para la creación de la que posteriormente sería la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA). Realizó contactos con los grandes exponentes de la música paraguaya de la época, conjuntamente con Remberto Giménez ?quien finalmente fundó dicha orquesta en 1952?. También presidió campañas de sensibilización en las instituciones estatales buscando los recursos para sustentar la fundación de la Sinfónica.
LEGADO ÉTICO. Lara Bareiro será recordado, además, como un hombre íntegro, de extraordinaria solidez ética y moral, que luchó por defender a sus músicos de la Banda de Policía, en una época marcada por la convulsión política y la tumultuosa postrimería de la Guerra del Chaco.
Su creatividad musical fue interrumpida con la llegada al poder del dictador Alfredo Stroessner, quien lo condenó a vivir en el exilio, en Buenos Aires, Argentina, donde se dedicó a la docencia.
En 1996, como un resarcimiento, recibió la condecoración póstuma en el “Grado de Comendador” del Gobierno Nacional.
SUS OBRAS LÍRICAS
Guarania Nº 1 en Do.
Suite Paraguaya Nº 1, de Poemas, estrenada en Río de Janeiro.
Guarania Nº 2 en Fa, para tenor y orquesta.
Guarania Nº 3 en Re, serenata, barítono y orquesta.
Concierto en Re menor, para piano y orquesta.
Guarania en Fa Menor, para solista y orquesta.
Mi noche lejana, arreglada para Coro Mixto y Orquesta de Cámara.
Acuarela Paraguaya Nº 1, para piano.
Serie Sinfónica Nº 2, de poemas (sobre temas de las Acuarelas Paraguayas Nº 1).
Canto al lustrabotas, con letra del doctor Mario Ortega.
Preludio Agreste, concierto para guitarra.
“LA DICTADURA TRUNCÓ SU CARRERA”
“El legado musical de Carlos Lara Bareiro fue cercenado por la dictadura en un momento vital de su carrera. Sufrió, como muchos creadores, el exilio, al que fue enviado por Stroessner”, dijo el director de la OSCA, Luis Szarán, quien conoció al maestro en Buenos Aires.
Agregó que Lara Bareiro fue el propulsor del movimiento cultural más importante del país entre 1940 y 1950, organizando los conciertos de la Asociación de Músicos del Paraguay, y editando obras clásicas musicales como nunca antes en el país.
“FUE SOLIDARIO CON SUS MÚSICOS”
La locutora y comunicadora Aída Lara, sobrina de Lara Bareiro, destacó la gran sensibilidad humana del maestro. Dijo que su tío nunca se mostró celoso de compartir sus conocimientos con los músicos de la Banda de Policía, de la que volvió a ser director tras su retorno del Brasil.
“Él trabajó incansablemente para que sus músicos aprendieran. La mayoría de ellos provenían del campo, vivían en pensiones y él se ocupaba de ellos; sabía todo el tiempo en dónde estaban y se preocupaba porque aprendieran”, señaló Aída.