18 jul. 2025

El fenómeno Orkut

Para algunos paraguayos, el Orkut-una de las redes sociales que congrega a millones de personas- es más que una página web de moda. Tiene síntomas de vicio.

Por Patricia Benítez Rodríguez

“Si no estás en el Orkut, estás en un termo”. Se lo dijo un amigo a Ana Caballero (21) cuando preguntó: ¿qué es el Orkut? “Es una comunidad virtual donde está todo el mundo”, le contestó él vía MSN Messenger. "¿Todo el mundo?”. A Ana le dio curiosidad. Entró a ver “qué onda” y se enganchó.

A los más de 55 millones de usuarios de esta red social virtual, iniciada por Google el 22 de enero de 2004, les pasó igual. Y es culpa de un solo hombre, un ingeniero en software que en sus ratos libres desarrolló la idea de conectar “a todo el mundo”, persona a persona; según gustos e intereses y con su nombre de pila como referencia. Se trata de Orkut Buyukkokten, una especie de genio informático nacido en Turquía y criado en Alemania.

Aunque con los años, la población del sitio creado por Buyukkokten -al que pueden acceder quienes reciban una invitación de alguien que ya pertenezca a él, o aquellos que posean una cuenta de correo Google- se pobló de manera vertiginosa, no “todo el mundo está en el Orkut”. Ni siquiera todo el Paraguay, donde solo 3 de cada 100 personas tienen acceso a la red. Por lo tanto, no todos saben que hablar de Orkut no es hablar de una película de Kung Fu, ni de una comida exótica del Medio Oriente.

En pocas palabras, Orkut es una red social virtual que aglutina amistad, noviazgo, “levante”, conversación amena, debate, entretenimiento y distracción. También desengaño, sexo, perversidad, pornografía y morbo. “Un reflejo de la sociedad”, en palabras de su creador.

El sitio exige como única condición para el ingreso, la mayoría de edad, término que por supuesto es burlado por quienes están fuera del rango. Además, advierte que todo contenido ilegal será removido y que el servicio es solamente para uso personal. Sin embargo, es común toparse con empresas y organizaciones de toda índole en este mundo virtual.

Diversidad

Aunque al principio parezca complicado, a la larga, bucear en esta red mundial -integrada por gente de todo el mundo y por miles de paraguayos y paraguayas- requiere nada más que de disposición y de tiempo. Tiempo para llenar la carta de presentación o perfil con información personal: intereses, orientación sexual, ideología política, pasiones, libros, música y otros detalles.

Más tiempo para cargar una foto en la página principal y varias otras en el álbum; para buscar amigos nuevos o alguna persona de la que no se sabe en qué anda; para dejar un mensaje -visible para todos- en el bloc de notas; para ingresar a comunidades temáticas ya existentes o crear una nueva.

Un listado de categorías establecido, según gustos e intereses, sirve de guía en el paseo virtual. Arte y entretenimiento, negocios, ciudades o países, hogar, moda, comida o juegos; heterosexuales, gays, lesbianas, bisexuales; política, deportes, religión o ciencia.

En cada una de estas categorías, abundan comunidades locales de colegios, organizaciones sociales y religiosas, además de universidades. Todas sin carácter oficial, creadas por algunos de sus miembros.

Los artistas también aprovechan el espacio para promocionar sus actividades desde comunidades como “rock nacional”. Pero la mayoría de los usuarios se encuentra en los grupos menos genéricos como “Paraguay es mi país”, con 7.130 miembros (cifra que está creciendo en este mismo momento).

Buscando, espiando, también se encuentran comunidades creadas a partir de un simple gusto compartido como “Tomo tereré con los perros”, con 4.500 miembros. Abundan las que reflejan el descontento popular como “Odio a Nicanor”, con cerca 2.000 miembros. Como muchas otras, esta comunidad incluye encuestas y foros. En este caso particular, la pregunta es: Si pudiera ¿adónde enviaría a Nicanor?

Igualmente, pululan grupos con temas más espontáneos como “Abro la heladera para pensar” (2.800 miembros), “Amo mi cama” (450) o “Me muerdo las uñas” (340), o los que hacen alusión a un equipo de fútbol.

Una adicción

Al ingresar al Orkut por primera vez, unas palabras que dan la bienvenida intentan explicar lo que está a punto de suceder. “Es una comunidad online diseñada para que tu vida social sea más activa y estimulante. Te ayuda a mantener el contacto con tus amigos mediante fotos y mensajes, y también a entablar nuevas amistades, relaciones románticas, contactos profesionales y que te permite ponerte en contacto con gente a la que no conoces”, dice amablemente.

Lo que no explica, es que el Orkut puede convertirse en un verdadero vicio. Más adelante, unos 1.500 orkutadictos lo asumen en comunidades como “Admito: me vicié con el Orkut”.

Ana Caballero, la estudiante de diseño gráfico y actriz de teatro -cuyo nombre aparece al inicio de esta nota-, conoció el Orkut hace cinco meses. Y puede dar fe de que ingresar a esta comunidad virtual puede convertirse en una costumbre que sumerge al usuario en un mundo irreal.

“Al principio no entendía muy bien cómo funcionaba, pero vi que todo el mundo estaba ahí. Entonces, empecé a mandar notitas. Ahora no pasa un día sin que entre a mi Orkut. Puedo decir que es un vicio, porque en realidad paso conectada mucho más tiempo del que quisiera y debería”, afirma con cierta culpa.

Cuenta que, como la mayoría, busca gente de acuerdo a sus intereses. Que el sitio le agrada porque encuentra en él a los y las amigas de todos los días, y también a los que no ve desde la primaria.

Cada noche, se entrega a él desde un territorio de la casa conquistado por ella y su hermano José: una habitación que se asemeja a un minicyber de dos máquinas.

Dice que le pasa, lo que a la mayoría de la gente con internet en la casa. “Como trabajo con la computadora, sí o sí tengo abierta mi ventana del orkut siempre. Se me hace que al principio es enfermizo, pero después es como que va pasando la fiebre”, expresa como si en realidad no le preocupase demasiado.

Algo que sí parece molestarle -y sin embargo, lo acepta porque conoce las reglas del juego-, es la ausencia de privacidad. “Está configurado para que sea así y uno se somete. Creo que por eso mucha gente pone en su perfil lo que quiere ser y no lo que es en realidad, para que lean los demás”.

Contacto familiar

Rubén Zapattini (22) es profesor de inglés y actor de teatro. Cuando una invitación al Orkut apareció en la bandeja de entrada de su correo electrónico, no le prestó mucha atención.

Dice que tampoco lo hace ahora -hace seis meses integra esa telaraña gigante-. No se considera un “orkuter” como llama a algunos de sus amigos, porque solo ingresa al sitio “una vez al día” desde un cyber, para revisar algún mensaje.

“Le encontré esta utilidad: hablar con una persona que hace mucho no ves, pero que está en tu vida. Podés preguntarle '¿Cómo estás?’, '¿Qué se hizo de vos?’, y estás siempre presente de alguna manera. Así me mantengo en contacto con parientes que viven en Ciudad del Este y en los Estados Unidos”, dice Rubén.

¿Solo para eso? Bueno, no. “Al ingresar al Orkut, te entregás al juego. Siempre hay esa especie de ‘levante’. Por eso, no digo que jamás voy a utilizar ese medio para ese tipo de cosas”, confiesa.

Es que en el Orkut, nunca se sabe. Muchas veces, un mensaje en el bloc de notas significa algo más que una invitación de amistad.