05 ago. 2025

El don de la piedad

Dios quiere que le tratemos con entera confianza, como hijos pequeños y necesitados. Toda nuestra piedad se alimenta de este hecho: somos hijos de Dios. Y el Espíritu Santo, mediante el don de la piedad, nos enseña y nos facilita este trato confiado de un hijo con su padre. Esta confianza filial se manifiesta particularmente en la oración que el mismo Espíritu suscita en nuestro corazón.

Este afecto filial del don de la piedad se manifiesta también en rogar una y otra vez como hijos necesitados, hasta que se nos conceda lo que pedimos. En la oración, nuestra voluntad se identifica con la de nuestro padre, que siempre quiere lo mejor para sus hijos. Esta confianza en la oración nos hace sentirnos seguros, firmes, audaces; aleja la angustia y la inquietud del que solo se apoya en sus propias fuerzas, y nos ayuda a estar serenos ante los obstáculos.

El papa Francisco, con respecto a este don dijo: “Hay que dejar claro que este don no se identifica con tener compasión por alguien, tener piedad del prójimo, sino que indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro profundo vínculo con él, un vínculo que da sentido a toda nuestra vida y nos mantiene unidos, en comunión con él, incluso en los momentos más difíciles y atormentados.

Este vínculo con el Señor no debe interpretarse como un deber o una imposición: es un vínculo que viene desde dentro. Se trata, en cambio, de una relación vivida con el corazón: es nuestra amistad con Dios, que nos ha dado Jesús, una amistad que cambia nuestras vidas y nos llena de entusiasmo y alegría... nos hace crecer en la relación y en la comunión con Dios y nos lleva a vivir como sus hijos, al mismo tiempo nos ayuda a derramar este amor también sobre los otros y a reconocerlos como hermanos.

Y entonces sí que seremos movidos por sentimientos de piedad –¡no de pietismo!- hacia quien nos está cerca y por aquellos que encontramos cada día. ¿Por qué digo no de pietismo? porque algunos piensan que tener piedad es cerrar los ojos, hacer cara de estampita, ¿así no? y también fingir el ser como un santo, ¿no? No, este no es el don de la piedad”.

(Del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal y https://www.aciprensa.com/).