01 nov. 2025

El discípulo de Cristo está obligado a perdonar siempre

Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 18,21-19,1.

¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano o hermana? ¿Hasta siete veces? Jesús responde a la pregunta de Pedro con palabras de misericordia y perdón que van más allá de la lógica humana.

Pedro se anticipó en cierto modo a la respuesta de Jesús. El número siete no significa un número exacto; simbolizaba para el pueblo judío, en aquella época, la perfección, la abundancia y la plenitud. En otras palabras, Pedro está sugiriendo que debemos perdonar a nuestro hermano siempre, dentro de lo razonable.

La respuesta de Jesús es mucho más generosa: Debemos perdonar siempre a nuestro hermano, pero absolutamente siempre, pase lo que pase. La cuidadosa formulación de Pedro se muestra, de hecho, demasiado estrecha. Es una lección sobre el amor y un gran corazón.

Lo que tengo que perdonar a mi hermano es poco comparado con lo que Dios me ha perdonado, es más, si fuéramos conscientes de ello, es poco comparado con lo que Jesús me perdona cada día. Como observa el Rey, “¿no debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti?” Y revoca su perdón.

Puede ser difícil perdonar. Aun así, el perdón está en el corazón del Evangelio, es nuestra forma de vida. Jesús vivió, murió y resucitó para ofrecernos el perdón de Dios. Primero, lo recibimos, luego estamos llamados a hacer posible que otros lo experimenten también. Así, el círculo del amor de Cristo se extiende cada vez más para abarcar a más personas, a más hermanas y hermanos, a más ovejas perdidas, y a otro y otra.

Perdonar así requiere caridad, requiere humildad y oración. Nuestra fe católica es también el Evangelio del amor, y solo la caridad sin límites y sin condiciones puede perdonar.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/evangelio-feria-v-decimonovena-semana-tiempo-ordinario/).