Vida Plena. Montaner de Biedermann fue una de las mujeres más queridas del país, además de admiradas por conocidos y extraños.
Siempre coqueta y amante del club Cerro Porteño, abocó su vida a ayudar siempre al que necesitaba una mano amiga, a ser un apoyo para el que se sentía perdido y fue el pilar fundamental de la familia Biedermann Montaner.
Desde hace décadas, Chiquitunga fue protagonista de las requeridas páginas de Sociales de los diarios, donde resaltaba por su elegancia y por sobre todo su singular e inigualable carisma.
De uñas rojas, cabello rojo fuego, con un sentido del humor muy particular y una forma de vestir única, fue esposa del famoso padre de la publicidad en Paraguay, don Enrique Biedermann, con el cual forjó uno de los imperios publicitarios más sólidos y vigentes hasta la fecha, legado que mantienen en alto en la actualidad sus hijos y nietos.
Humana. La señora de Biedermann era conocida no solo por acaparar los flashes de los fotógrafos de Sociales, sino por sus innumerables obras sociales, en especial el Almuerzo de los Sombreros a beneficio de la Asociación Santa Lucía, la cual asiste a personas con discapacidad visual.
Este encuentro con el tiempo se volvió un clásico de la élite paraguaya y Chiquitunga fue la pionera de esta tradición traída desde Miami a nuestro país, para lucir los mejores trajes y los sombreros más coquetos del momento, una manera elegante de ayudar a las personas necesitadas.
En aquel entonces, la presidenta de la de Asociación Santa Lucía era la fallecida María Dolores Gali de Florentín, entrañable amiga de Chiquitunga. Juntas impulsaron el tradicional encuentro, el cual se llevó a cabo hasta antes de la pandemia anualmente. La tradición se mantuvo por 16 años.
Chiquitunga trabajó por varios años en la comisión directiva de la asociación y participó en varios proyectos logrados con gran satisfacción.
Las personas que trabajaron con ella en ese tiempo la describen como una mujer preocupada por el prójimo, siempre pendiente de las necesidades de las personas con discapacidad visual y buscando que todos accedan a un buen tratamiento o cirugía si es que lo requerían.
La actual presidenta de la Asociación Santa Lucía, Mirian Rojas Cardozo, comentó que trabajó junto a Chiquitunga desde “el vamos” y fue admirable la forma en que siempre buscó la manera de ayudar a las personas con discapacidad visual organizando cuanta actividad podía para recaudar fondos.
“Fue una persona muy alegre, cada vez que llegaba a un lugar era como si el sol saliera para todos, porque infundía mucha energía y siempre para adelante, ella no se dejaba abatir por las dificultades, más bien era la primera en proponerse para ayudar. Era muy solidaria y estamos seguros que el señor la estará premiando por tanta solidaridad con las personas no videntes”, indicó.
El último adiós a Chiquitunga fue el día de ayer en Jardín de la Paz de Lambaré. Hasta el lugar llegaron amigos y familiares para desperdirla y recordarla.
In Memoriam. La carismática y querida mujer falleció el domingo pasado a los 85 años.