No sé a usted, pero a mí las fiestas de fin de año me encantan y me vuelven sumamente optimista y feliz.
Dicen que quienes tuvimos una infancia plena, con padres amorosos y comprensivos vibramos con ellas. Y estoy segura de que así es. No obstante, los agoreros siempre están allí, pasándonos su “mala onda”, fundamentalmente, en estas fechas. Y lo más grave es que a ese tradicional pesimismo nacionalista findeañero, en esta ocasión, se han sumado las supersticiones generadas en torno al 2012 con su carga hollywoodense de destrucción y cataclismo.
Por suerte, los datos siempre superan a los malos augurios y el 2012, para los latinoamericanos en general y los paraguayos en particular, se vislumbra prometedor. Por supuesto que no será fácil -después de todo, ¿qué lo es en estos vertiginosos tiempos?-. La economía en la región, según la Cepal, no manejará números muy alentadores (3,7 %); y localmente se estima que ella crecerá unos puntos menos de lo esperado, pero crecerá (4 %). Si bien los márgenes para la aventura no son muchos, los expertos en crisis económicas aseguran que el que viene será para Latinoamérica un año para aprovechar, pues las fugas de inversiones de Europa pueden recalar por estos lares.
Pero, eso no es lo más importante para el Paraguay. Lo verdaderamente saludable para la vida en democracia en este nuestro querido país es que en el 2012 estaremos en la antesala de unas nuevas elecciones generales. Prácticamente, aquel será el último año de gobierno real del presidente Fernando Lugo y su equipo.
No sabemos quién vendrá. Lo que sí sabemos es que del que se está despidiendo hemos aprendido -y confío en que ellos así lo internalicen- que no hay ninguna democracia, participativa o no, representativa o no, que resuelva por sí misma nuestros muchos problemas. Para eso, primero “hacen falta ciudadanos comprometidos no solo con las protestas, sino con la política”, tal como lo sostuvo no hace mucho el expresidente guatemalteco, Vinicio Cerezo, en un encuentro organizado por Paz Global, en Brasilia, a propósito de las movilizaciones de los indignados en todo el mundo.
Así que el desafío para el Paraguay estará en involucrarse y participar en política, escoger a los mejores y recordar lo que dijo Carl Marx: “La mayoría de los súbditos creen que son súbditos porque el rey es rey; sin embargo, no se dan cuenta de que en realidad el rey es rey porque ellos son súbditos”.
¡Feliz 2012 y felices vacaciones!