Desinformación, noticias falsas y propaganda

Susana Oviedo – soviedo@uhora.com.py

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La desinformación, las noticias falsas y la propaganda están en el centro de la preocupación de los expertos para la libertad de expresión de organismos como la ONU y la CIDH, entre otros. De hecho, en marzo pasado emitieron una declaración conjunta sobre este tema.

Hoy, 3 de mayo, se recuerda el Día Mundial de la Libertad de Prensa, instituida en el 93 por la ONU. Es una fecha para reflexionar, y en tal sentido, hay que reconocer que en Paraguay no estamos en los niveles de violencia que afrontan los colegas periodistas en México.

En estos momentos, México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo: Suma 104 periodistas muertos desde el 2000 y 25 desaparecidos. Solo el año pasado asesinaron a 11 periodistas. En Paraguay tampoco padecemos las restricciones directas adoptadas desde el Estado como en Venezuela.

Pero en Paraguay subsisten algunas prácticas que minan la plena libertad de prensa. Por ejemplo, porque desde el Estado no se crea “el entorno propicio para la libertad de expresión”, a favor de la diversidad y para que no asesinen a más periodistas y porque tampoco existe una extendida comprensión del derecho por parte de los ciudadanos.

Recordemos la reunión del vicepresidente de la República, ofreciendo publicidad estatal a los dueños de radios comerciales del interior, a cambio de difundir información “positiva” del Gobierno.

Recordemos la actitud antiprensa del presidente de la República, Horacio Cartes, que, sin embargo, durante su gobierno se convirtió en propietario de diarios, canales, radios, etc. en el afán de tener publicaciones favorables y acríticas a su gestión.

Resaltemos la escasa vocación de servir al público de las numerosas radios y otros medios en manos de caudillos políticos y otros referentes del poder fáctico que utilizan a la prensa para la propaganda, campañas personales y proselitistas, ignorando por completo los principios elementales de la calidad informativa y al lector al cual se debe el periodismo. Destaquemos las condiciones de precarización laboral que se dan en numerosos medios. En varios del interior del país los trabajadores no tienen seguridad social, gestionan el salario recurriendo al subsidio de las instituciones públicas, sobre las que se supone deben poner la mirada escrutadora.

Recordemos las condiciones de desprotección, tanto por parte del Estado como de las empresas periodísticas, en las que se desempeñan los periodistas en regiones como el Amambay, Alto Paraná, Canindeyú, dominadas por el narcotráfico y otros grupos criminales. La lista de trabajadores de prensa asesinados en el país aumenta.

Agreguemos la concentración de la propiedad de los medios, el desdén institucional hacia las radios comunitarias y la ausencia de autorregulación del ejercicio periodístico. En Paraguay falta mucho por andar para que la libertad de prensa no se re reduzca a desinformación, propaganda o noticias falsas.

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