“Como parte del trabajo de investigación intenté tener una entrevista con él, pero, desgraciadamente, era el tiempo en el que estaba más enfermo. Me quedé con las ganas, pero puede que les conozcamos, sería maravilloso”, afirma el actor mexicano Demian Bichir, que interpreta a Fidel Castro en la cinta.

De izquierda a derecha, los actores Santiago Cabrera, Rodrigo Santoro, Benicio Del Toro y Demian Bichir, en la presentación en el pasado Festival de Cannes de la película del director estadounidense Steven Soderbergh “Che”. EFE | Ampliar imagen
De la misma forma, el brasileño Rodrigo Santoro intentó entrevistarse con Raúl Castro durante el periodo de investigación que pasó en Cuba (todavía no era presidente), pero “estaba muy ocupado”.
Bichir lo tuvo fácil para investigar, según sus palabras, porque existe mucha documentación en torno a Fidel Castro en aquella época, aunque su “biblia” fue el libro escrito por Ignacio Ramonet “Las cien horas con Fidel”, una entrevista que cuenta “absolutamente todo”.
“Durante cinco meses yo desayuné, comí y cené Fidel”, ha afirmado el actor durante su estancia en Madrid para presentar el filme que le valió a su protagonista, Benicio del Toro, el premio a la mejor interpretación masculina protagonista en el pasado Festival de Cine de Cannes.
Sin embargo, Rodrigo Santoro -quien interpretó al dios-rey en la película “300"- apenas tenía material para construir al personaje, algo que, por una parte, le dio libertad, pero le hizo emplear más tiempo en buscar el rastro del “joven Raúl”.
“Fue un reto porque empecé a hablar ‘cubano’ -bromea- para esta película hace un año. Fue un trabajo durísimo pero estimulante. Para mi era interesante porque no se sabe mucho de la participación de Raúl en la revolución; yo descubrí que él presentó a Fidel y al Ché. Era un revolucionario apasionado”, explica el actor.
Sobre la perspectiva desde la que trabajaron, teniendo en cuenta que los hermanos Castro son conocidos en el mundo entero, el brasileño puntualiza: “juzgar no es interesante para un actor, hay que abrirse y entender al personaje; uno busca al ser humano”.
El filme es la primera parte de una obra cinematográfica de cuatro horas, que retrata cómo se forjó la figura del Ché durante la campaña revolucionaria en Cuba y da paso a la segunda entrega -sin fecha aún de estreno- que se desarrolla en Bolivia, donde el “Comandante” encontró la muerte.
Sobre la película, Demian Bichir cree que aporta algo nuevo: “ha habido en torno a la Revolución Cubana un enorme romanticismo, y se ha pasado por alto el hecho de que siempre estuvieron al margen de desaparecer, de ser aniquilados y no triunfar”.
“Cuando uno ve el Granma, el bote real que está en el Museo de la Revolución de Cuba, uno piensa ¡cómo pudieron caber ahí ochenta y dos personas...!. Es un triunfo aún en contra de todos los pronósticos. Pero para hablar de la Revolución, es temprano, faltará un siglo para poder analizar lo que pasó", precisa.
Rodrigo Santoro muestra su admiración por el trabajo de Benicio del Toro y recalca: “la idea que hay del Ché es gritando ¡revolución!... pero hay mucho más detrás. El hombre que está detrás de las camisetas que hay por todo el mundo”.
Tras un campamento con asesores militares para conocer hasta el mínimo detalle de aquella campaña y su armamento, los actores vivieron el rodaje en la selva de Puerto Rico, que definen, entre bromas, como “Guerrilla”, el título de la segunda parte de esta historia.
Almudena González