04 jun. 2025

De los políticos se espera una mayor responsabilidad para construir consensos

Los políticos anteponen sus intereses personales o grupales dejando de lado los de la sociedad. Esa actitud de llevar agua solo a sus molinos es sumamente perjudicial porque impiden la construcción de consensos que permitan dejar de lado los graves problemas nacionales.

Imagen - Editorial

Parece una tarea estéril insistir una y otra vez en la necesidad de que los políticos paraguayos - cualquiera sea el lugar que ocupen en el Ejecutivo, el Parlamento o los partidos- abandonen sus antiguas prácticas negativas y adhieran a una nueva mentalidad que tenga por objetivo sacar al Paraguay de sus limitaciones y elevarlo a niveles de desarrollo mucho más aceptables.

Como son insensibles a los reclamos ciudadanos para que sean parte de liderazgos positivos, todo intento de influir en sus conductas ha resultado vano. Ni siquiera la amenaza del voto castigo - que si bien no tiene aún una afianzada tradición local, ganó más adherentes en las últimas elecciones generales- les hace cambiar de postura. Aun así, no resulta ocioso exigirles mayor responsabilidad y entrega a las causas nacionales.

Si es que no están dispuestos a entrar en razón con argumentos basados en el deseo de que aporten su imprescindible cuota de cooperación para superar los obstáculos, al menos tendrían que modificar su manera de actuar pensando que la profundización del deterioro social los convertirá también en víctimas. Aunque sea por un instinto de supervivencia política tendrían que dejar al margen los vicios a los que se han habituado y que atrasan al país porque le impiden avanzar hacia metas más ambiciosas.

La tarea de dar gobernabilidad a la nación no es solo tarea del Poder Ejecutivo, gerenciador directo de las medidas que se adoptan en la conducción de la República. En democracia es también obligación de los que participan desde la oposición en las diversas determinaciones que atañen a la marcha del Estado cooperar para que los resultados sean satisfactorios.

Pobreza, corrupción, inseguridad, malas calidades de la educación y la salud, falta de justicia y otros graves problemas requieren ser enfrentados por un consenso que ponga en primer lugar el interés público y deje de lado las ambiciones que solo atañen a un círculo restringido. El tribalismo de todos contra todos es ya, a esta altura de la historia, inadmisible.

La ciudadanía está cansada de las disputas que no llevan a nada, aumentan las tensiones, exacerban los espíritus e incrementan los males cotidianos. Lo que espera es que los políticos pongan lo mejor de sí mismos para buscar el bienestar de la gente, sin manipulaciones ni egoísmos lamentables.

Ante la proximidad de la llegada del 2010 es necesario que los políticos reflexionen acerca del triste papel que desempeñan al privilegiar sus asuntos y no poner el máximo esfuerzo a favor de la mayoría. Solo si asumen una postura de servicio que considere los reclamos de las personas y abandonan sus mezquindades, empezarán a construir su capital de credibilidad. Solo depende de ellos adoptar esa determinación.