07 oct. 2025

Congreso, criminalidad y conflictos son los desafíos

Criminalidad. Armas incautadas por la Policía Federal brasileña de las manos de delincuentes

Criminalidad. Armas incautadas por la Policía Federal brasileña de las manos de delincuentes

AFP

RIO DE JANEIRO - BRASIL

El ultraderechista Jair Bolsonaro, elegido el domingo presidente de Brasil, deberá lidiar cuando asuma el cargo en enero con un Congreso con partidos débiles y dominado por los lobbies y con una sociedad partida después de una campaña electrizada por el rechazo visceral al adversario.

También deberá encontrar fórmulas para dinamizar una economía que tarda en despegar.

Las miradas se volcarán igualmente al accionar policial contra la criminalidad, dado que el ex militar prometió flexibilizar el porte de armas y blindar judicialmente a los agentes en operaciones.

Bolsonaro enfrentará el mismo drama que sus predecesores: un Congreso con casi treinta partidos y legisladores que negocian su adhesión en función del reparto de cargos oficiales. Esas alianzas sin principios ni ideologías estuvieron en la base de escándalos como el de los sobornos en Petrobras, descubiertos por la Operación Lava Jato.

Bolsonaro afirmó que no se prestará a ese juego, pero aún no explicó cómo lo logrará.

En las legislativas del 7 de octubre, su fuerza política, el Partido Social Liberal (PSL) pasó de 8 a 52 diputados (de un total de 513), convirtiéndose en la segunda fuerza de la Cámara.

Bolsonaro consiguió además el apoyo de los grupos de presión conservadores -agronegocio, evangélicos y lobby de las armas-, pero estos son transpartidarios y no están por lo tanto sometidos a ninguna disciplina de voto.

Se calcula que la nebulosa de su base de apoyo suma unos 300 diputados, cercana a los tres quintos (308 diputados) requeridos para enmiendas constitucionales como la que precisaría la reforma del régimen de jubilaciones, reclamada por los mercados.

Los mercados votaron por Bolsonaro esperando que su gurú económico, Paulo Guedes, avance rápidamente en sus promesas de sanear las cuentas públicas mediante un plan masivo de privatizaciones.

Pero ante las reticencias dentro de su propia base, el propio Bolsonaro ya dijo que habría sectores intocables, como las actividades centrales de Petrobras y la generación de energía de Eletrobras.